OBRAS
VIVIENDAS PARA EL PATRONATO DE CASAS MILITARES · 01/12/2014
En 1973, Fernando Higueras y Antonio Miró recibieron el encargo de hacer unas viviendas para el Patronato de Casas Militares en Madrid.
El solar se encuentra en la esquina de Alberto Aguilera con San Bernardo, una zona del centro de la ciudad de indudable valor histórico donde era fundamental respetar la alineación y la volumetría del entorno.
Higueras y Miró hacen una apuesta ambiciosa, en la que se propone un edificio de imagen heterodoxa a base de hormigón visto y vegetación en fachada.
Se planteó un proyecto en el que arquitectura, urbanismo y ciudad formaban un conjunto. Calle, plaza, aparcamientos subterráneos, locales comerciales, viviendas, estudios y apartamentos se integraban en una intervención compleja. Se mantienen las alineaciones exteriores de la manzana para no perturbar el carácter de la ciudad circundante. Se decide que el edificio debe aislarse en lo posible del ruido urbano y se da a los balcones un perfil que devuelve el ruido del tráfico a la calle. Se proponen unos jardines colgantes, en los que la vegetación formará cortinas entre los balcones sin impedir la entrada de luz.
La estructura del edificio se hace de hormigón armado, que se deja visto con su propio color y textura. Con esto se consigue una gran economía, ya que se evitan los trabajos de albañilería necesarios para cubrir la estructura, y el edificio muestra sin complejos su modo de construcción. En las plantas bajas se reduce el número de pilares para permitir una distribución más libre en locales comerciales y garajes. Estos últimos se diseñan amplios, con luz y ventilación naturales a través de unos grandes ojos abiertos en los patios interiores.
Maqueta del conjunto-Conversación con Fernando HiguerasConversación mantenida entre Fernando Higueras, Arturo Franco y Rosa Urbano en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Octubre de 2002.Planta general-HEDONISMO CASTRENSE, por José María de ChurtichagaCuarentenas y tiempoHace cuarenta años, Fernando Higueras y Antonio Miró, con cuarenta años casi cumplidos, proyectan y construyen este trozo de Madrid, el conjunto de viviendas para militares en la calle San Bernardo.Este espejo, esta simetría de tiempos, ofrece el punto de arranque sobre este conjunto con la suficiente perspectiva temporal y el reposo que supone la plena absorción de su arquitectura por la ciudad de Madrid, lo que permite volver ahora en escorzo, en la distancia, alejado de la actualidad, desde esta doble cuarentena, a la que se añade una tercera recién alcanzada de quien escribe estas notas…Porque creo que es el tiempo lo que interesa de este conjunto, el tiempo que tanto preocupaba a Higueras, el tiempo como acción física material con la que proyectaba para hacer de sus edificios los más dignos, lo menos ajados, los más firmes e intemporales…un interés y una preocupación recurrente en sus conversaciones y que remite a la materia, a lo físico, a lo corpóreo como sujeto temporal, y que busca, desde lo sensorial, la intemporalidad de su arquitectura.Las jardineras dan privacidad y frescos a las viviendas que, gracias a las terrazas, no sufren el sol vertical del veranoSeducción y sencillezEste principio vitalista, que invade el conjunto de San Bernardo, se hace muy evidente en dos cualidades que a su vez comparte toda su trayectoria profesional, a primera vista alejadas y poco relevantes, pero que tienen una importancia enorme en su actitud y postura respecto a la arquitectura.La primera cualidad, sorprendente, casi milagrosa, consiste sencillamente en gustar, gustar a todos, gustar a jóvenes y viejos, arquitectos y profanos, modernos y anticuados, gustar, algo tan cercano a los sentidos, al deseo, a lo sensual, a lo directo, algo tan denostado como cualidad, algo tan aparentemente superficial y tan elocuente a la vez.Después de tantos años, la pregunta relevante que queda en el aire no es ahora si la arquitectura debe si quiera gustar, sino por qué gusta tanto este conjunto urbano, qué tiene que lo hace tan atractivo a todos…La segunda cualidad, comprobada durante los años que tuve la suerte de frecuentar a Fernando Higueras, y que siempre me llamó poderosamente la atención, es la absoluta falta de intelectualismo en su discurso y en sus escritos de cualquier índole, la ausencia de lastre discursivo en sus palabras, la ligera sencillez de sus explicaciones, la ironía seductora de sus historias contrastada con la poderosa y brillante elocuencia de su arquitectura.Patio interiorProsa poéticaLas memorias y textos de los autores del proyecto sobre este conjunto de viviendas madrileñas evitan, con astucia y sabiduría, ligeras de equipaje, atarse a un sistema de ideas, lastrar la evidencia de lo construido con sesudos aparatos mentales…Sintéticamente, resumiendo los textos de las memorias, las viviendas se explican y defienden con algo parecido a esto, como si lo contara de nuevo Fernando….la continuidad de las calles facilitan una calle interior que divide en dos la manzana, los patios de los bloques son continuos y mucho más grandes y alegres que los de la ordenanza, las terrazas controlan el sol vertical y alto del verano y captan sus rayos cálidos y deseables en invierno, las jardineras dan privacidad entre viviendas y son un filtro de frescor, tienen mucha tierra, tanta, que no necesitan riego, los locales comerciales son muy diáfanos con poca estructura, porque en su techo resuelven la transición de estructura de los pisos superiores que los libera y que resuelve a su vez el garaje alegre, con luz natural, como debe ser; las cubiertas son de teja árabe de toda la vida proporcionando una cámara de aislamiento para los áticos, todas las viviendas tiene entrada principal y de servicio, las plantas de las viviendas tienen todas las piezas exteriores, alegres, sin casi pasillos, ni cruces, perfectas, y ya que los árboles de las calles solo los ven unos pocos, pongámoslos por todos lados, colgando por las fachadas…Entrada al garajeUtopía castrenseEn estos textos astutos, en estas explicaciones suyas, emerge la evocación de la experiencia vital, lo físico como gran hacedor de sus formas…Muchas veces Higueras ha contado cómo surge el encargo del conjunto gracias al General Medrano, quien pregunta a su hijo (todavía estudiante de arquitectura), que indague en la escuela de Madrid quién es el arquitecto más talentoso, ya que no quiere algo corriente, busca algo nuevo para sus militares de los años 60…y desde luego, en la España castrense de estos años, podemos imaginar la revolución que supuso este trozo de Madrid, un encargo en el que casi todo se resuelve reinventándolo desde sus fundamentos.Introduce con convicción y contundencia el hormigón armado en un casco histórico, contradice el reparo a lo vegetal por parte del movimiento moderno con plantas colgantes por doquier, abre las ventanas, más bien las niega con enormes terrazas, introduce el sol por donde puede con astuta y expresiva geometría, construye los locales más fabulosos de Madrid adelantados a su tiempo y sólo recientemente entendidos, eleva y separa las cotas de relación y circulación, combina la estricta obediencia a la calle de la trama histórica con una geometría leal y desertora a la vez, en este ejercicio que es todavía el más utópicamente logrado del centro de Madrid. Y todo ello, además, con la perspectiva de cuarenta años, años en los que otros experimentos madrileños se han ido degradando, arruinando, ajando, y en los que, sin embargo, San Bernardo emerge digno y vigente como nunca, intemporal y poderoso, apabullante y amable, brutal y hedonista.Sección transversalHedonismoY esta vigencia, que se debe a ese carácter directo, físico y sensorial que Higueras convoca en su arquitectura, y que es la que atrae, la que gusta, la que la hace casi irresistible, se fundamenta en los sentidos como motores arquitectónicos, en la utopía sensorial y no intelectual como aspiración vital que puede trasladarse a la arquitectura; por eso las viviendas de San Bernardo se escabullen al análisis, su arquitectura sale airosa, sin tiempo, eterna, porque su resultado es una visión del mundo desde fenómenos vitales… y no el resultado de “la dictadura de las modas” que con tanta ferocidad atacaba siempre Higueras.No se puede, es inútil, intelectualizar la obra de Fernando Higueras. Las viviendas de San Bernardo son un trozo de su manifiesto vital, del disfrute y excitación de los sentidos como territorio de la arquitectura, del hedonismo como arquitectura posible.Hall de acceso peatonal donde se agrupan los grandes pilares de hormigónClasicismo hedonistaComo por un nuevo reflejo temporal, justo cuarenta años antes de que Higueras y Miró dibujaran los primeros croquis de sus viviendas de San Bernardo, un arquitecto también hedonista quiso sorprenderles escribiendo:“Es que la arquitectura, que es asunto de emoción plástica, debe, en su campo, empezar también por el principio, y usar los elementos susceptibles de golpear nuestros sentidos, de llenar nuestros deseos visuales, y disponerlos de manera que su vista nos afecte claramente por la delicadeza o la brutalidad…. Estando afectados, somos susceptibles de percibir más allá, de las sensaciones brutales nacerán entonces ciertas relaciones que actúan sobre nuestra consciencia y nos ponen en estado de goce (consonancia con las leyes del universo que nos manejan y a las que se someten todos nuestros actos), donde el hombre usa plenamente sus dones de recuerdo, de examen, de razonamiento, de creación“.No es casual, pero este es tema de otra reflexión, que Le Corbusier, el autor de estas palabras, apele tantas veces a los sentidos y la memoria como motor de creación… en sus dibujos registraba sólo la memoria y la distancia en esa búsqueda de esas “ciertas relaciones” que supongan un “estado de goce”… la misma memoria y goce, ese tiempo recubierto por los sentidos, que interesaba tanto a Fernando Higueras, de la que tanto me hablaba y que quizá sea la llave que reúne a ambos arquitectos en un clasicismo inalcanzable para casi todos.Texto publicado en la revista Arquitectura COAM nº 356. Madrid, 2009, pp. 14-19.
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