Viviendo en una SOCIEDAD ANAL

Por @la_papio desde Chile 

Cada día me sorprende menos la sociedad y el mundo. Basta con prender la televisión, ver las noticias o revisar un periódico o revista para darse cuenta de que está todo "patas para arriba" y que nadie comprende al otro. Cada uno se mueve por sus propios principios y motivaciones, llenos de ansiedad por decir lo que deben decir, por hacer noticia o generar polémica, todos quieren ser portada o generar el quiebre necesario para cumplir sus objetivos.

Movidos por los legítimos intereses que sean, hemos comenzado a perder la capacidad para comunicarnos. A veces las personas creen que con decir lo que se debe decir basta para realizar esta acción, pero se equivocan. Olvidan que la comunicación es un proceso bidireccional de intercambio de mensajes, no implica la sola emisión de uno. ¿Nos hemos olvidado de quién está al otro lado?

Foto publicada originalmente en ArtCriesOut

Creo que vivimos en una sociedad anal, aludiendo a conceptos freudianos que probablemente no todos manejan, pero al mismo tiempo queriendo decirlo de la manera más simple posible. En otras palabras, somos muy buenos para "dejar la cagada". Es como si la sociedad aún no aprendiera a retener esfínteres y soltara lo que tiene que decir de la manera menos adecuada. Probablemente mucha gente no está de acuerdo conmigo, pero no puedo evitar realizar la analogía cada vez que veo cómo las personas se dicen y mandan fuertes indirectas de manera pública, cómo pasan a llevar el patrimonio de todos haciendo destrozos en protestas, instancias válidas que sirven para demostrar que aún podemos ser civilizados, pero parece que estamos lejos de eso, o cuando leo cómo despedazan a las personas por pensar diferente o no cumplir las expectativas de los demás.Un profesor una vez nos enseñó que en las conversaciones debemos respetar el timing, al igual que se hace al tocar o improvisar musicalmente. ¿Acaso no tenemos los mejores dotes para comunicarnos? Debemos practicar el arte del diálogo, decir la palabra precisa en el momento oportuno, para así lograr un buen entendimiento de las partes y completar el proceso y los objetivos. Una sociedad que se queda constantemente en una etapa en la que no sabe cuándo contener ni soltar lo que tiene dentro, no creo que logre progresar ni obtener lo que quiere. No debemos subestimar la contención ni enaltecer la ilimitada soltura, sino más bien aprender a manejar a ambos para usarlos a nuestro favor.