Revista Cultura y Ocio

Vivir es fácil con los ojos cerrados

Publicado el 16 febrero 2014 por Katto @JesusMuCa
Vivir es fácil con los ojos cerradosLa última película de Trueba nos invita a vivir con los ojos bien abiertos. No sé cuanto hay de ficción y realidad en esta película que bien podríamos definir como una road movie con unas gotas de western, una pizca de drama y un buen chorreón de comedia, pero si algo queda claro es que es un canto a la superación ante los problemas, un grito de ayuda que es socorrido.
Trueba firma un guión bien estructurado que retrata de forma excelente a la sociedad española de los años 60, cuando una España más cultural e intelectual, más progresista, comienza a hacer frente a una España más conservadora y embrutecida. El guión mama de la historia de Juan Carrión, un profesor de inglés que enseñaba a sus alumnos mediante las canciones de los Beatles y que decidió ir a Almería, tras enterarse de que Lennon rodaba una película en este lugar, para que le ayudara a completar la letra de algunas de sus canciones que él mismo había transcrito. Aunque muchos elementos habrán sido incluidos para tener una historia más compleja y completa, la base es respetada en el guión, lo que hace que aún resulte más entrañable.
Los diálogos aportan dinamismo y chispa en los momentos en los que la acción es menos relevante. Son dinámicos y fluidos; originales y muy veraces. Cuando la trama se vuelve más densa, el diálogo es el contrapunto que le da ese toque cómico que resta algo de tensión, haciendo que durante toda la película se instaure ese aire de buen rollo. Y todo ello respetando, en todo momento, la ambientación.
Las acciones también juegan un papel importante para con el discurso audiovisual, afianzando el mensaje que trata de transmitir en todo momento la producción, y de igual manera, sirve como vía para mostrar la personalidad de los actores, el por qué de su comportamiento.
Vivir es fácil con los ojos cerradosLa estética general con la que se ha tratado a esta producción no podía estar más cuidada y ser más fiel. La fotografía, acompañada por el vestuario y maquillaje, y la ambientación de las localizaciones, transmite con fidelidad ese aspecto de una España sesentera. Los colores pasteles y a la vez vibrantes proporcionan una agradable sensación que armoniza con todo lo demás.
Tanto el vestuario como los decorados y los elementos empleados en la película, no desentonan en ningún momento con el ambiente histórico en el que se localiza la historia. Todo ha sido cuidado con esmero para que nos sintamos totalmente inversos en la película sin que nada nos haga perder el interés. No cabe duda de que está muy bien ambientada y que consigue trasladarnos a esa época pasada, a ese preciso momento.
En cuanto a la realización, no podría ser más aceptable. La composición de los planos es la adecuada, sin desentonar con el mensaje y acompañando, en todo momento, en forma de imágenes, lo que los personajes expresan. De igual forma, los tiros de cámara no se salen de lo normal en este tipo de películas, sin movimientos ni encuadres aberrantes o injustificados. Trueba no sobrepasa el límite de lo correcto, creando planos imposibles y demasiado barrocos, imposibles de digerir para los espectadores, y si hace que la película sea fluida y muy vistosa. Su realización y montaje es dinámico, y esto se agradece. Si bien es cierto que, tanto de guión como de realización, sobra una parte que habría quedado mejor (para mi gusto) si se hubiese representado de una forma más sutil. Se vuelve a caer en el error de mostrar en lugar de insinuar, que siempre queda mejor, y más en una película en la que reina el buen hacer. Creo que la parte de sexo, más o menos explícita, de la película se podría haber tratado de otra forma, encajándola mejor en el conjunto y no metiéndola con calzador en una historia, en la que además, no era necesaria. La tensión sexual se puede mostrar de muchas formas, incluso las escenas de sexo. Insinuar, dejar a la imaginación trabajar, es otra forma de realizar.
Vivir es fácil con los ojos cerrados
Las localizaciones hacen justicia a la historia pero quizá no a la provincia de Almería. Conociendo un poco la provincia, creo que se podría haber aprovechado mucho mejor el bellísimo entorno para las tomas. Haber localizado para las acciones lugares más emblemáticos y reconocibles. Los planos habrían quedado con un fondo inmejorable y las acciones, además de la historia, se habría enriquecido.
La banda sonora es significativa, con los Beatles siempre de fondo. Toda canción ha sido escogida a conciencia para potenciar esa inmersión temporal a la que nos somete la película. La música es una fiel compañera de cada secuencia en la que se ha empleado, y que sirve para potenciar lo que la acción o la realización transmite.
En esta película se ha logrado que la banda sonora y la imagen coincidan en un mismo punto, en la misma finalidad de transportarnos hacia una época pasada.
Por supuesto, y como no podría ser de otra manera, los actores en este caso hacen que la película sea aún más entrañable. Javier Cámara es el encargado de dar vida a Antonio, el profesor de inglés que decide viajar a Almería para conocer a Lennon. Aunque pueda parecer que su personaje no huye de nada, es todo lo contrario. Huye de una realidad que le atormenta. No va en busca de Lennon sino de sí mismo, de un cambio que lo obligue a emprender un nuevo rumbo. Va en busca de un sueño y se encuentra con un reto que debe superar.
Quizá no sea el mejor papel de Javier Cámara, pero sí es uno de los mejores. Hace que su personaje sea cercano, que sea querido, transmitiendo bondad e inocencia, pero también responsabilidad y razón. Javier ha creado un personaje con el que todos querríamos compartir viaje, alguien de quien se puede aprende y en quien se puede confiar. Ha demostrado, una vez más, que no es un actor encasillado y que puede afrontar cualquier papel con total confianza. Cámara es un actor de altura.
Vivir es fácil con los ojos cerradosBelén, interpretado por Natalia de Molina, es una joven sin rumbo que parece escapar de algo. Quizá de una España opresora y de cotillas, de normas dictatoriales que crean obligaciones absurdas. De la moralidad que se escandaliza con facilidad. Ella, como los demás personajes, encuentra sus respuestas demasiado lejos de casa, y de todo, pero logra algo muy difícil en la sociedad de entonces, decidir por ella misma.
Natalia de Molina ha sabido interpretar ese misterio que envuelve a su personaje durante toda la producción. A pesar de ser una actriz con pocas tablas se ha enfundado a su personaje de forma magistral, sin mostrar flaqueza en ningún momento; asentada y con seriedad. De igual forma, a afrontado cada situación por la que pasa su personaje con naturalidad y sin sobreactuaciones o parafernalias que pudiera afectar de forma negativa al personaje.
Y el tercero en discordia en este tranquilo y revelador viaje es Juanjo, al que pone rostro y voz Francesc Colomer, un joven que en un momento de rebeldía decide abandonar el régimen dictatorial de su padre para encontrar un lugar en el que comenzar una nueva vida en la que él pueda decidir sobre sí mismo. A lo largo de todo el metraje comprobaremos cómo Juanjo madura y comprende que la vida es más complicada de lo que en un principio parece.
Francesc Colomer vuelve a la gran pantalla tras Pan Negro de Agustí Villaronga, y vuelve por todo lo alto, dando vida a un personaje completo que pasa por diversos estados de ánimo. Un personaje que crece con la película y al cuál él ha sabido guiar por ese peculiar camino por el que debe andar todo adolescente. Su juventud y su falta de experiencia se ven compensadas por su talento y esfuerzo en crear un personaje real y vivo, lleno de expresiones y de gestos.
Y anclado a Juanjo está su padre, un hombre con carácter conservador y padre de familia numerosa que lleva a rajatabla las normas de su casa. Jorge Sanz nos sorprende gratamente con un personaje en el que no parece encartar pero al que logra dar vida gracias a su talento y a su experiencia. Un actor mítico del cine español que ha creado un secundario que bien haría sombra a más de un protagonista. Sanz ha creado un personaje real, duro. Ha logrado su propósito, que no era otro que representar el rol de una época complicada.
Y como guinda de este pequeño pero lucido pastel, tenemos a Ramón Fontseré que interpreta a Ramón, el chamán que ayuda a cada uno de los protagonistas a encontrar su hueco en el mundo. Un hombre peculiar que vive con sus propios fantasmas y que se ha resignado a una vida tranquila en la que la felicidad se encuentra en las pequeñas cosas. Un hombre arisco pero correcto y leal. Un buen hombre, al fin y al cabo.
Vivir es fácil con los ojos cerradosFontseré hace bien su trabajo y demuestra su experiencia, volcándose con el personaje y consiguiendo que se convierta en un secundario imprescindible.
Otra secundaria reseñable es Ariadna Gil que pone rostro a la madre de Juanjo, el estereotipo perfecto de mujer y madre protectora y cuidadora de su familia en los años sesenta. De ese tipo de mujer que llevaba la casa y estaba en una lucha constante por mantener su familia unida, y Ariadna transmite todo esto en cada uno de sus apariciones en pantalla.
Si algo hay que reprochar es la mala actuación de algunos de los figurantes con texto. Bien se podrían haber esforzado en formarlos o haberlos dado mejores directrices antes de lanzarlos ante las cámaras a su suerte. Hay que cuidar la figuración para que el resultado final sea una película buena en todos los aspectos.
Vivir es fácil con los ojos cerrados lanza el mensaje de que todo se puede lograr si empujamos nuestros propios límites y creemos en nosotros mismo. Que con esfuerzo y dedicación podemos hacer nuestros sueños realidad.
También trata temas que aunque puedan parecer de otra época lejana, nos afectan hoy día. Mediante la realización, e incluso la interpretación de los actores, Trueba parece condenar el maltrato infantil, y también critica duramente que una mujer no pueda decidir sobre sí misma como en el tema del aborto. Al igual, retrata muy fielmente una sociedad esclava por unos ideales anticuados y maltratada por la autoridad. 
Trueba también nos muestra una Almería pobre y embrutecida. Quizá ha maltratado injustamente a una población basándose en prejuicios desmedidos, pero creo que ha retratado, con más o menos atino, a la sociedad almeriense de aquella época.
Si hay algo que reprocharle es la secuencia de sexo explícito gratuito con la que rompe el ritmo de la película. Creo que esta parte se podría haber obviado del guión o haberla realizado de otra forma. No es necesario mostrar para que el espectador comprenda que ocurre algo. A veces es mejor, y más barato, sugerir con sutileza que enseñar.  Hay que dejar algo para la imaginación.
Vivir es fácil con los ojos cerrados
Esta es una película llena de color que dejará a todo el que la vea con buenas sensaciones. En ciertos momentos puede resultar lenta, pero sus diálogos sofocan este problema muy satisfactoriamente. No es una película recomendable para todos los públicos, ya que puede resultar aburrida para esas personas que no comprendan este tipo de cine. Esta es una de esas películas que remueve conciencias con sus diálogos, que transmite mensajes con los acontecimientos por los que pasan sus personajes y que engancha con su realización.
Y recordad, hay que vivir con los ojos bien abiertos.

Vivir es fácil con los ojos cerrados

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