Vivir la amistad con libertad

La amistad es un regalo. Sin embargo, podemos confundir este vínculo con el apego que produce la dependencia. Somos verdaderamente libres en las relaciones cuando alimentamos ese vínculo no por miedo a la soledad, sino por una verdad más profunda que conecta con la raíz metafísica del sentimiento verdadero. De este modo, nos sentimos más preparados para ir atravesando las distintas etapas de la vida, dejando que ese amigo nos acompañe.

Frente a la verdadera amistad, las relaciones de apego suelen morir en cuanto surge el más mínimo obstáculo o aparece la distancia física porque uno de los dos modifica su residencia, su trabajo… La amistad profunda, esa que surge desde lo más hondo de la verdad de tu ser cuando eres tú mismo en compañía de ese amigo, es la mejor base para lograr que la relación con tu mejor amigo evolucione al compás de los tiempos de la existencia y sus avatares.

Vivir la amistad sin fomentar el apego es aprender a aceptar las circunstancias de la vida y los cambios que se producen sin quedar estancados en cómo nos gustaría que fuesen las cosas. No nos gusta decir adiós porque cuando nos alejamos de un amigo del alma sentimos que hay una parte de nosotros mismos que se entristece ante ese silencio. Por eso es mejor  decirle “hasta pronto” y darle siempre las gracias por todo lo bueno que ha traído a nuestra historia.

Además, en la actualidad tenemos más medios que nunca para mantener la comunicación en la distancia. Para nuestros antepasados, la simple metáfora de quedar a tomar un café con un amigo a través de skype hubiese sido una utopía, un milagro. La realidad es que lo sigue siendo pero ya ni siquiera nos sorprendemos por ello como consecuencia de la prisa con la que nos hemos acostumbrado a vivir.

Como en cualquier tipo de amor, para que un amigo siga a tu lado debes encontrar la forma de mantener la relación viva a la vez que le das la libertad para irse y para volver.

Maite Nicuesa para 3Contigo Coaching.

Coaching personal, profesional y para la salud en Madrid y Figueras.

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