Por Ezequiel Tena
La sociedad parece ahora un pedazo de material ferromagnético sin imantar. Cada dipolo está orientado al azar. Y esto es porque se han dinamitado a conciencia los valores y la propuesta de nuevos valores es nefasta: manifestaciones ambas de ingeniería social.
Culpo muchísimo a Zapatero, y más aún a Rajoy. Si el uno atacó sin piedad los valores imperantes en la sociedad, el otro dejó hacer e incluso ahondó el problema.
Esto ha supuesto un ataque directo contra la identidad, basada en gran parte en la confrontación y dialéctica ideológica propias de la democracia. Esa dialéctica está en crisis... si acaso no está mortalmente herida.
No veo ninguna moderación en pretender copar el centro ideológico, pues es justo ese centro -la equidistancia, el nihilismo total del PP- el resultado de la batalla perdida por el sistema.
Por fortuna, y como debe ser, el futuro es desconocido. No pretender conocerlo -como hacen los profetas del colapso climático y los sacerdotes de la teología de género- permite combatir en campo abierto la lucha por el porvenir.
¿Y qué quedará cuando el sistema haya definitivamente muerto? Lo que ya se está manifestando. La consecución del poder por todos los medios, la lucha por el poder.