Revista Opinión

Volver a ser la esperanza del mundo: ¿Quo vadis, América?

Publicado el 22 agosto 2022 por Liberal

En estos días, no he parado de pensar en los temas que muchísimas personas me preguntan. Cada vez que he estado cogiendo el coche por estas carreteras rurales y sureñas, solitarias, no dejo de concluir que hay un factor constante en la historia de América: el movimiento hacia la búsqueda de un sueño, el abandono de lo que «fuiste», y un «nuevo yo». El origen de esta actitud tiene muchísimo que ver con los padres puritanos de este país. Muy al contrario de lo que muchos estúpidos o ignorantes piensan, los puritanos no eran un grupo «deprimido» y «estancado» en un pasado. Al revés: los puritanos eran revolucionarios, sediciosos, y siempre progresistas en el buen sentido de la palabra: la mejoría personal. Ningún país del mundo tiene un espíritu tan renovador como EEUU. Es un país en el cual la gente se muda constantemente para cambiar de vida, y hasta se cambian en el nombre con más frecuencia aquí que en ningún otro país y sin ningún impedimento legal. En EEUU te puedes cambiar de nombre las veces que quieras y sin ninguna justificación seria…y eso siempre ha sido así. Tiene su lógica: si ahora puedes cambiar de género, ¿cómo no de nombre? Y creo firmemente que a pesar de las grandísimas diferencias morales, sí hay una conexión entre lo «woke» y lo puritano. El precio que se paga por ser de esta vena teológica y de actitud es que siempre siento que estoy al borde de un abismo, del cual eventualmente regreso a un espacio más seguro y familiar, aunque el viaje es emocionante.

En América, las carreteras siempre han forjado carácteres y personajes importantes porque es un país en movimiento constante, como nuestros ancestros en la fe. Nos gusta la aventura, el «road trip» es netamente americano, tan americano como portar armas y ser un poco violento. El auténtico espíritu americano protestante es ser algo solitario, dudar de tus propias convicciones muchas veces, y no aceptar el «status quo»…vamos, que somos inconformes, a diferencia de muchos europeos. EEUU es cada vez menos «europea» porque, en parte, NUNCA lo fue, gracias a Dios. Siempre ha habido un euroescepticismo sano en América y en Inglaterra (en menor medida). Ya lo dijo el héroe Alexander Hamilton: «Que los trece Estados, unidos en una Unión estricta e indisoluble, concurran a erigir un gran sistema americano, superior al control de toda fuerza o influencia transatlántica, y capaz de dictar los términos de la conexión entre el viejo y el ¡nuevo mundo!» Propaganda política, sí, pero tremendamente astuta y que capta el sentir de este continente. Precisamente, yo creo que el mundo de la postguerra es mucho mejor porque fue dominado por la alianza anglo-protestante y no por intereses europeos continentales. Esa supremacía política se ha de mantener y es parte de mi proyecto personal contribuir ideas hacia el «cómo» mantener ese dominio global.

Quizá me anticipe si digo que Estados Unidos está al borde de rehacerse a sí mismo, reiniciando la historia y reimaginando el mundo en el que vivimos, como siempre ha hecho desde Plymouth. El «no puede ser» es una frase bastante alienígena al alma puritana. El «porque así es la tradición»….bueno, somos alérgicos a esas cosas. Seremos, puede ser, más inquietos, más nerviosos, más infelices, más «culo inquieto» como me dijo una vez un joven castellano, pero LIBRES. Incluso, hasta la música rock (y no seré yo defensor del rock) es en parte una búsqueda hacia una sociedad más «libre», si se analiza la letra. Claro, su libertad es muy diferente a la libertad cristiana, pero no deja de ser, el rock, un fenómeno americano con raíces también en la personalidad del país. ¿A qué me refiero? Al espíritu de la rebelión. Pobres chicos europeístas de ahora…no durarían ni 10 minutos en un pueblo blanco americano del sur donde todavía se estila ser libre. Es una gran bendición estar rodeado de gente que ni siquiera se interesa por estar conectados a la red 24 horas, y donde cae la señal de móvil en muchas partes. Aquí doy mi sermóncillo de vez en cuando los miércoles por la noche y puede que hasta entren (a la iglesia) jovenzuelos con ganas de gresca, pero no somos corderitos tampoco en mi iglesia y repartimos puñetazos si hace falta. El otro día, justamente, me encantó un comentario que soltó una chica de California que odia este pueblo: «Es como vivir en la película de Footloose….porque tenéis hasta un pastor que odia el baile moderno y el rock». Ya, tenemos gente recta en este pueblo…y cuidadito señorita, que igual algún día de estos pondremos un cartel a la entrada del pueblo que ponga: «Welcome to Amherst County, Virginia, where Jesus is loved and the Bible is believed».

Aunque soy un admirador de los análisis que hizo el analista francés Tocqueville en su día, cuando observó muy bien a los EEUU de mediados del siglo XIX, mi discrepancia se centra más bien en el hecho de que, para mí, el ADN cultural de EEUU siempre fue y será diferente al de Europa y, que hoy, EEUU está en condiciones de organizar un gran cambio en la política mundial debido a esta diferencia fundamental.

El estilo de vida estadounidense es consciente del lenguaje, y de una narración y trama muy concreta, que pretende llamar la atención sobre su condición de ficción. La vida estadounidense está marcada, digamos, por una serie de acontecimientos particulares: el «prom», o jubilarse en la Florida, y hasta la difuminación de las divisiones entre realidad y ficción. Esta cultura de sueños hacia un mundo mejor o al menos, una posición mejor para EL INDIVIDUO, es una plataforma desde la cual EEUU, como potencia global, puede redefinir el mundo y a sí mismo de un plumazo, como siempre se ha hecho. Soy muy conocedor, por ejemplo, del jurista LIBERAL John Rawls y suelo reutilizar su idea en parte…digamos que el papel del estado es asegurar que exista un campo de juego justo para puntos de vista sustantivos, radicalmente diferentes, pero como receta para el dominio global. Si EEUU consigue con éxito hacer de esta «verdad» liberal la «verdad imperante» entre todas, EEUU puede asumir entonces el papel de «gendarme» global y no permitir que una historia en competencia, como la rusa, la china, o la europea, usurpe su puesto supremo.

Obviamente, esto requiere dinero, ejércitos, diplomacia dura y, cómo no, tal vez golpes de estado encubiertos, pero no tanto ya para conseguir algún tipo de «dominio» extractivo sobre otras grandes potencias, sino como oportunidad para que EEUU siga controlando el mercado de las narrativas y, en consecuencia, seguir afirmando su papel como narrador supremo que regula cómo y cúando se cambia el canal, cómo se redefine la realidad y quién determina la historia. Pero esa es la receta con la que estoy luchando ahora mismo porque es imprescindible para el mundo que EEUU mantenga su hegemonía global en las próximas décadas y evitar así la terrible alternativa: convertirse en un jugador más dominado por la colaboración con Europa, Rusia y China. Ya se acabó la época de construir naciones en el extranjero. Ahora nos toca construir mundo. O, como decía George Bush padre, «un nuevo orden mundial».

Y ahora hablaré sobre la conexión entre lo «woke» y los puritanos. Son muchos observadores externos los que no llegan a comprender el fenómeno «woke» entre los de raza blanca y protestante. «Estáis destrozando vuestras estatuas, cambiando el nombre de edificios, borrando la historia». Sí, en parte. Uno de los eventos significativos que ocurrió durante la caída de la civilización helénica fue el incendio de la biblioteca de Alejandría. Los invasores musulmanes pensaron que los libros contradecían el Corán, y en cuyo caso, eran herejías. En EEUU, se están eliminando autores de listas de lectura, se derriban estatuas, se cambia el nombre de los edificios….¿qué significa todo esto? De la misma forma que una cultura árabe naciente se deshizo del helenismo, ¿está ocurriendo lo mismo en EEUU? ¿Se está deshaciendo de sus raíces europeas en el pensamiento y comportamiento, como ha querido hacer en el fondo SIEMPRE?

Yo no creo, necesariamente, que EEUU esté en declive, sino que está sufriendo una metamorfosis: el liberalismo clásico está mutando y una nueva hija está comenzando a forjarse. Tenemos un emergente «virtualismo» político, que significa una inmersión en narrativas, o fantasías, ninguna definitiva. Es importante subrayar que la ficción no se está utilizando para enmascarar la realidad, como ocurre en Rusia, sino para reemplazarla. En este mundo, claramente con raíces puritanas, tu vida se convierte en una biografía. Si os fijais en cómo muchos estadounidenses hablan de su vida, veréis muchos parecidos con una biografía. Muy pocos españoles, por ejemplo, hablan de su vida universitaria como si fuera una novela. ¿Cuantos blogs de españoles u otras nacionalidades tienen una sección biográfica personal? Muy pocos.

Para Rawls, el intento de hacer que todos hagan lo mismo, y piensen y actúen de manera idéntica es impracticable. Su solución fue “permitir que florecieran muchas doctrinas diferentes, siempre que todas estuvieran de acuerdo con algunos principios políticos fundamentales”. Personalmente, creo que la encarnación más precisa de esta nueva actitud (con raíces antiguas en EEUU) se encuentra en una novela de Sinclair Lewis – el protagonista empieza su vida simplemente imitando a todos los que lo rodean. Él ve esto como algo positivo, ya que motiva a las personas a «producir, producir, producir», pero finalmente se da cuenta del sinsentido de esa situación. ¿Su solución? Preservar el tejido social y económico en su forma actual, pero a la vez otorgar a cada persona la libertad para romper con las tradiciones en sus acciones. Esta tendencia a realzar o embellecer la realidad es un sistema vital de supervivencia en EEUU, y es justamente este anhelo lo que Lewis insinúa es la gran diferencia entre estadounidenses y europeos.

El «wokeness» es una política virtual, NO radical como algunos forasteros piensan. La izquierda «woke», de hecho, abandonó, deliberadamente además, todo proyecto de transformación social. Al revés, crea una actuación pública, digamos un «reality show» de progreso social o el anhelo de progreso, y nos pide desempeñar ese papel «virtuoso». ¿No me crees que no es radical? Bueno, jeje, ¿acaso no encaja perfectamente con la América empresarial? Si es que no os enterias amigos extranjeros…

Pero, quizá, una mejor explicación de esto del «wokeness» es la recuperación de la venta puritana, como ya describieron grandes autores como Toynbee y Oswald Spengler. Muchos ya se han dado cuenta de la conexión entre «wokeness» y ciertas corrientes del cristianismo. Cuando la vida de un sector de la sociedad comienza a empeorar, sus expectativas se ven frustradas, recurren a movimientos de masas para dar cierto sentido a sus vidas frustradas, sobre todo a aquellos movimientos que se disfrazan de una causa «santa». Cuando las formas tradiciones de obtener sentido y respeto de los demás, como tener una carrera y una familia se hacen más difíciles de conseguir, los movimientos espiritistas se propagan como una enfermedad ante una población desnutrida. A todo eso, súmale la tendencia solitaria e individualista de los países protestantes y ya tienes el caldo de cultivo. Además, el hecho de que el «wokeness» no tenga una idea concreta de transformación social es otro parecido con ciertas ramas cristianas, que incluso llegaron a evitar cualquier crítica concreto al orden social romano y optaron por centrarse en los «ricos» EN GENERAL.

El filósofo conservador británico Roger Scruton escribió en el 2015 que la persona que incendió la biblioteca de Alejandría prestó un gran servicio a la civilización, ya que significó que los eruditos de épocas posteriores ya no necesitarían estudiar detenidamente los tomos mediocres. Pueden leer su artículo completo aquí. Probablemente tenga razón: las personas deben ser LIBRES para emprender su propio camino en lugar de volvera a repetir los mismos principios de antes «porque sí». Pero, ya os dije en varias ocasiones que la vida de un puritano no es una vida fácil. Muchas veces, siento agonía y el acecho de la muerte a mi puerta. Es una vida en la cual estás constantemente analizando y en conflicto contigo mismo, con tu ser más profundo. Nunca se da nada por sentado, y aprendes que solamente hay unos pocos constantes en la historia. No olvidéis que Dios lo ve todo. Somos el fruto de la semilla del diablo, malditos desde el momento de nuestra concepción, y la nación está bajo la ira de Dios en estos momentos. Lo siento señores, no puedo continuar más porque siento mucha agonía ahora mismo y creo que me mareo. En resumen: que si EEUU no aprovecha el momento histórico para reordenar el mundo, el capital no tiene refugio. Es el deber de todo amante de la libertad, y de todo cristiano, proteger el capital como sea. Sin capital, no hay prosperidad ni libertad realmente efectiva. Se me está acabando el petróleo en el quinqué, así que antes de quedarme a oscuras (es la noche aquí en Virginia) me despido en esta entrada con la siguiente conclusión: La imagen de América como representante de la civilización europea fue construida a lo largo de dos siglos por pensadores y escritores para quienes aún no se concebía ninguna alternativa o para quienes una comunidad transatlántica ofrecía una clara promesa de felicidad. Ni la riqueza ni el poder serán suficientes para proporcionar a los habitantes de América una nueva comprensión de su papel en la historia de la civilización. Solo un nuevo sistema de pensamiento, engendro del puritanismo originario, igualmente completo y vasto puede hacer eso, y este sistema no puede ser importado desde fuera. ¿Lo conseguiremos? Ya veremos…


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