Volver a volver a casa
Me acompaña la palabra. Me acompaña la palabra lejana pero cercana de la fidelidad. Me acompaña cada día, a cada hora, aunque a veces crea que no lo necesito y me recuerda a cada rato el motivo de cada cosa. Y la quiero. Y guardo silencio.
Me acompañan otras palabras, otros rostros, otras risas, otros sueños. Y ni ellos saben del agradecimiento íntimo que destilan mis latidos.
Y es hora de volver a casa. Es hora de volver a volver a casa. Es hora de jugar el juego de la vida y jugarlo cerca y lejos, aquí y allí. Es tiempo de oportunidades inciertas de esas que no entiendes pero que asumes como propias porque... porque no sabes por qué pero las asumes. Y te acompañan en la decisión y te llevan de la mano. Y sonríes.
Los tiempos de haberse roto van dejando espacio al arreglo que tienes que hacer con el hilo de Bramante de tu propia voluntad. Las puntadas las vas dando y un día tiras del cordel y se cierra lo viejo. Y hay que volver. Hay que volver a volver a casa, que es lo más importante.