Como todos los miércoles veraniegos
habíamos acabado la cena y antes de echar un chapuzón en la piscina nos
dispusimos a tomar el café y hacer un poco de tertulia. Había reinado buen
ambiente mientras comíamos; la fresca de la noche y el perfume del jazmín
invitaban a una charla relajada entre la media docena de amigos. Una lechuza
nos acompañaba con su canto cadencial desde un árbol a escasos metros. Pero en
esos momentos alguien comentó que un amigo común que no estaba entre nosotros
había dicho que “no estaba dispuesto a ir a votar, que aquello era una farsa”. Nada
hubiera pasado si lo hubiera dejado correr y no hubiera dicho que tenía razón.
Les dije que estaba de acuerdo con eso, que últimamente había estado pensando
mucho en esa posibilidad y que casi había llegado ya a la misma conclusión.
Todo el mundo se alborotó pero intenté expresar mis sentimientos y reflexiones.
Sólo había un problema: No querían saber nada de ello.
-Es una opción que estoy valorando seriamente durante los últimos tiempos –dije. Nadie me preguntó porqué ni cómo había llegado a esa conclusión. No interesaba. -He estado viendo el malestar general en la gente (-seguí diciendo) y he visto que incluso los votantes conservadores de toda la vida están asqueados y me dicen que “en estos momentos no irían a votar”. La verdad es que estoy seguro que llegado el momento votarán, claro que lo harán, y a la misma opción de siempre.
-¿Tú ves? Ellos sí lo tienen
claro –me decía mi amigo Ferràn que sufría porque se le estaba escapando un
voto.
-Mira si estoy harto al ver todo
esto, que tengo la sensación de que no he sido consciente durante toda mi vida
de que he estado colaborando en una farsa por mi buena fe. He pasado de la
indignación al desencanto. Estoy muy dolido cuando veo cómo se le ha tomado el
pelo a mi ingenuidad.
-O el voto o la revolución –dice
Ferràn y parece que los demás están de acuerdo con él.
-No soy partidario de
revoluciones, no soy persona de violencias, el péndulo pasa de un extremo al
otro y siempre hay gente oportunista que se acaba aprovechando de las
circunstancias; pasamos del dominio de unos al de otros. Los de siempre nunca
dejan de estar por ahí a ver qué cae.
-Pero… si no actuamos lo dejamos
todo en sus manos y luego no podremos decir nada –dice Ferràn. Si se abstiene
el 60% y sólo vota el 40% ellos tienen igual; los votos han legitimado su actuación,
sea el porcentaje que sea. No les interesa ver esto, para ellos sólo cuentan
los votos válidos.
-Para mí está muy claro que este
Sistema está montado por y para los poderosos. Nosotros somos meros comparsas.
Nos engañan como quieren. Lo tienen todo: El capital, el poder, sus políticos
que dan la cara, la gente que se les vende, los medios informativos que nos
manipulan, sus leyes hechas a su medida… es una sociedad injusta; sólo nos
quieren para votarles y nos convencen de que lo hacemos “libremente”. ¿De
verdad crees que el juego es limpio, que somos libres al votar?
-Eso de que tienen los medios no
es importante mientras nosotros lo veamos y tengamos claro –dice Ferràn.
-Sí es importante porque hay
mucha gente sencilla, que va muy a la suya y le da igual todo, que no se da
cuenta de lo que está pasando ni quiere verlo. Con sus televisiones comecocos
les llegan a las entrañas.
-Pues entonces la revolución.
-Pero, ¿no ves que eso es
precisamente lo que está fallando? ¿Cómo puedes pensar en revoluciones si la gente, a pesar de lo que la están
apretando, no reacciona? ¿No ves que el terreno no está abonado? ¿Con quien
cuentas para tu revolución?
-Hay alternativa para reformar el
Sistema desde dentro –dice Ferràn que cree en los cauces legales. Hay alternativa
al bipartidismo, hay otros partidos… Esa postura tuya es reaccionaria,
fascista. Estás colaborando con ellos si les permites que cojan esas mayorías.
Hay que contrarrestarlas.
-Nunca podrás conseguir nada
mientras la gente no tome consciencia y deje de votar las opciones de siempre
–le digo. Y ahí está la clave. Voy a confesaros algo que os va a extrañar.
Escuchad.
Me gustaría que el paro subiera; que la inflación fuera para arriba; que la luz, el agua, el gas, los impuestos… que todo esto tuviera tal peso que nos quedara muy poco para comer. Quisiera que la deuda pública fuera tan grande que el país no la pudiera pagar y fuéramos a pique y arrastráramos al mundo “civilizado” tras nosotros. Y que naciera un nuevo orden. Que la bolsa se fuera al garete, que los Bancos quebraran… que nos recortaran sueldos y pensiones para que el consumo se paralizara… Ya sé que esto crearía sufrimiento, que habría más personas marginadas, instaladas en la desgracia. También sé que incluso los niños y ancianos, los más débiles, serian los primeros en sufrir. Desearía que nos recortaran tanto que los servicios públicos acabaran desapareciendo y que “tuviéramos que pagarlo todo” ¿Cómo puede ser que yo esté deseando esto? ¿Me habré vuelto loco?
Es muy sencillo. No quiero la revolución. Sólo me interesa que se apriete tanto a la gente que acabe dándose cuenta de qué va todo este montaje. Sólo así es posible que los ciudadanos exijan, que se interesen por quienes nos administran, que pidamos transparencia. Únicamente quiero que superemos esta etapa y pasemos a un buen grado de madurez. La política no solamente es importante, es vital. Y nos tenemos que dar cuenta de ello. La estamos dejando en manos de corruptos y charlatanes.
Tal y como vamos, las cosas no van a cambiar. El Sistema se va a reinventar y va a dar más de lo mismo. ¿Cuánto tiempo llevamos así? ¿Adónde nos ha llevado? No quiero colaborar en el mantenimiento de esta farsa. Es una tomadura de pelo. ¿Aún no te has dado cuenta? Sólo cuando muchos de nosotros seamos conscientes de ello, es cuando podremos actuar. En forma de voto, de quejas y protestas sociales, de participación en las redes sociales, de apoyo a denuncias públicas de ONGs como Amnistía Internacional, Greene Peace, Change, Avaaz…
Hay una opción intermedia entre votar y la revolución, como tú dices. Sólo habría una situación en la que iría a votar: Caso de adelanto de las elecciones y siempre que los partidos alternativos llevaran en su programa electoral abrir un período constituyente. Únicamente en este caso. Sería importante estar bien situados si esta posibilidad se produjera. Yo ya no espero a que agoten las legislaturas y “nos den” más de lo mismo. No espero más. Ya está bien. Si tú quieres seguir con esto, puedes hacerlo, yo ya me desentiendo. Paso de desear una sociedad más justa. Si no somos más, no juego.
Caña a quienes pudiendo hacer algo contra esta situación, no lo hacen.
Completa tu información: publico.es Bárcenas: "Efectivamente, estábamos incumpliendo la Ley dePartidos" El extesorero añadió que era porque las donaciones que recibía en B "superaban normalmente la cuantía permitida y las personas que donaban no podían donar porque la ley expresamente lo prohibía".
Dales Caña. Artículos relacionados: 17-02-2013 Dicen que es democracia, pero es una farsa
Joan-Llorenç [email protected]
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