Ilustración de una sonda Voyager con un fondo estrellado. Crédito: NASA/JPL-Caltech.
Desde el año 2012, la sonda Voyager 1 ha experimentado tres “ondas de tsunami” en el espacio interestelar. Según los nuevos datos, la más reciente, que llegó a la nave espacial a principios de 2014, se está propagando hacia el exterior. De todas las ondas de choque que han visto los investigadores en el espacio interestelar, esta es la que más ha durado.
“La mayoría de las personas pensarían que el medio interestelar es tranquilo y silencioso. Pero estas ondas de choque parecen ser más comunes de lo que pensamos”, dijo Don Gurnett, un profesor de física de la Universidad de Iowa, en Iowa City. Gurnett presentó los datos el 15 de diciembre de 2014 en la reunión de la Unión Geofísica Estadounidense, que tuvo lugar en San Francisco.
La “onda de tsunami” se produce cuando el Sol emite una eyección de masa coronal, arrojando así una nube de plasma magnética desde su superficie. Esto genera una onda de presión. Cuando la onda ingresa al plasma interestelar (las partículas cargadas que se hallan en el espacio que hay entre las estrellas), se produce una onda de choque que altera el plasma.
“El tsunami hace que el gas ionizado que está allí afuera resuene; que ‘cante’ o vibre como una campana”, dijo Ed Stone, un científico del proyecto de la misión Voyager, con base en el Instituto de Tecnología de California, ubicado en Pasadena.
Esta es la tercera onda de choque que ha experimentado la nave espacial Voyager 1. El primer evento se produjo entre octubre y noviembre de 2012, y la segunda onda, entre abril y mayo de 2013, reveló una densidad del plasma incluso mayor. Voyager 1 detectó el evento más reciente, en febrero de 2014, el cual todavía se está produciendo, desde que se reunieron los datos en noviembre. La nave espacial se ha movido hacia afuera 400 millones de kilómetros durante el tercer evento.
“Este destacable encuentro provoca preguntas que estimularán nuevos estudios sobre la naturaleza de los choques en el medio interestelar”, expresó Leonard Burlaga, un astrofísico emérito del Centro Goddard para Vuelos Espaciales de la NASA, ubicado en Greenbelt, Maryland, quien analizó los datos vinculados con el campo magnético, los cuales fueron la clave para llegar a estos resultados.
No está claro para los investigadores qué puede significar la inusual longevidad de esta onda en particular. Asimismo, ellos desconocen cuán rápidamente se está moviendo la onda o cuán amplia es la región que abarca.
La segunda onda del tsunami ayudó a los investigadores a determinar, en el año 2013, que la nave espacial Voyager 1 había abandonado la heliosfera, la burbuja que creó el viento solar y que incluye al Sol y a los planetas de nuestro sistema solar. Los “anillos” de plasma denso, a una frecuencia mayor, y el medio a través del cual voló Voyager, resultaron ser 40 veces más densos que lo que se había medido previamente. Esto fue clave para llegar a la conclusión de que Voyager había ingresado a una frontera en la cual ninguna nave espacial había estado antes: el espacio interestelar.
“La densidad del plasma es mayor a medida que Voyager se aleja más”, dijo Stone. “¿Eso se debe a que el medio interestelar es más denso a medida que Voyager se aleja de la heliosfera, o se debe a la onda de choque misma? Todavía no lo sabemos”.
Gurnett, quien es el principal investigador del instrumento para las ondas de plasma en Voyager, espera que dichas ondas de choque se propaguen más lejos en el espacio, quizás incluso al doble de la distancia que hay entre el Sol y el sitio donde la nave espacial se encuentra justo ahora.
Fuente: Ciencia@NASA