El síndrome postvacacional es un conjunto de síntomas que aparecen una vez que la persona retoma el trabajo. Es algo absolutamente habitual y normal que no debería alarmar a la población, ya que todos cuando cambiamos nuestros hábitos, nos resentimos. Pero a la vez, también tenemos una poderosa capacidad de adaptación.
Sin embargo, a pesar de no estar tipificado en los manuales diagnósticos, la comunidad científica coincide en describir este síndrome como un conjunto de síntomas emocionales y comportamentales que surgen tras la reincorporación a la actividad laboral.
Algunos de estos síntomas pueden ser: malestar, ansiedad, bajo estado de ánimo, cansancio, abatimiento, disminución del rendimiento, la motivación o el interés, etc.
Si estos síntomas perduran más de tres meses o causan una interferencia significativa en la actividad social, laboral o académica de la persona, podríamos estar ante un trastorno depresivo o de ansiedad.
El síndrome postvacacional puede afectar a cualquier franja de edad, pero según los datos que arroja la investigación científica parece estar más presente en personas jóvenes, menores de 45 años.
La gravedad de los síntomas dependerá de la interacción de un conjunto de factores personales y ambientales entre los que se incluye las condiciones laborales. Dependiendo de las características del trabajo podrán existir más o menos factores de riesgo para sufrir un trastorno, por ejemplo: horarios irregulares, mal clima laboral, altas responsabilidades, actividades monótonas, remuneración económica inadecuada, sensación de baja realización personal, etc.
La historia que haya tenido la persona en su trabajo podrá afectarle generándole unas expectativas negativas sobre la vuelta a este, provocándole una baja motivación y posiblemente síntomas depresivos.
Para esta problemática cobra mayor importancia la prevención, ya que el síndrome postvacacional se puede prevenir de igual manera que se puede prevenir el estrés laboral: comenzando el trabajo poco a poco, ya que hemos pasado un tiempo en inactividad nos costará volver a coger el ritmo que teníamos antes de las vacaciones; planificar los descansos de cara a hacer la rutina más llevadera; respetar las horas de comida y a ser posible hacerlas acompañadas para seguir manteniendo la vida social; dormir las horas necesarias para que nuestro cuerpo no se resienta; practicar algún deporte o ejercicio físico para relajarnos después de la jornada laboral; y sobre todo, planificar y organizarse a fin de reservar tiempo para actividades en las que poder dedicar tiempo libre en realizar algo agradable como premio a todo el esfuerzo dedicado a lo largo de la semana.
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