Los verdaderos fantasmas.
No solo era inevitable sino obligado parar en esta estación del recorrido: el territorio Mansfield, este paraje en el que la orografía única del cuento domina el horizonte. Me ha costado decidir en cuál de los apeaderos detenerme porque todos tenían algo que ofrecer (y lo sé porque he paseado entre ellos muchas veces), una sonrisa o una lágrima para beber, el bocado crujiente de una tensión contenida o el mero placer contemplativo durante un instante. Este cuento, por ejemplo, lo tiene todo.
LAS HIJAS DEL DIFUNTO CORONEL. Katherine Mansfield.
Los verdaderos fantasmas son los recuerdos, esa no presencia que nos acompaña incluso a nuestro pesar y nos lleva por caminos que, muchas veces, no querríamos recorrer. Las costumbres adquiridas y arraigadas en lo profundo, tan difíciles de dejar atrás si no es en un supremo ejercicio de voluntad liberadora. Los fantasmas los llevamos dentro.
Katherine Mansfield, sabiamente, nos lo enseña a través de este relato que aúna lo cómico y lo amargo para hablarnos de ese punto de inflexión en la vida que son los cambios y la manera de enfrentarse a ellos, tomando el pulso a las debilidades y dejándolas al descubierto, burlona y elegante a un tiempo. Dos solteronas entrañables, una muerte que lo marca todo y una pérdida que no es la que parece. Porque siempre, bajo la superficie, está la verdadera historia. En esta ocasión, he elegido la manejable selección de cuentos de Mansfield titulada “Preludio y otros relatos”, en edición de bolsillo de Alianza Editorial (1993), con traducción de Lucía Graves y Elena Lambea. Allá vamos, mundocuento, a dar un paso más…