No hay una sola costumbre por mantener si vale el replanteo.
Intentaré relatar la vivencia del fin de semana sin exagerar, sino queriendo tomar registro de cada sensación, para no perderla de vista al entrar en la cotidianeidad nuevamente. Es un relato personal, una experiencia que me tocó atravesar al volver de Rosario, el viernes.Volvíamos del TEDxRosario, Deborah, Martín y yo y el destino se interpuso en nuestro camino.
Un camión, que iba en la misma dirección que nosotros por la ruta 9 se despistó y chocamos de frente contra su acoplado.
Los airbags no se abrieron y gracias a un milagro hoy lunes puedo agradecer eternamente que los 3 sigamos contando el cuento desde nuestros cuerpos físicos actuales.
Debbie se llevó la peor parte. El impacto fue en el asiento del acompañante y se abolló todo su lado dejándola a ella metida entre los fierros del auto. Metales y vidrios por todos lados entrelazados.
Cuando me vi venir un impacto de esa índole verdaderamente creí que era el fin. Un telón se cerró y volvió a abrir dos segundos después. Seguía vivo. Miro atrás, Martín también. Miro al lado, Deborah con su cara sangrando. La escucho respirar.
Su cuerpo debajo de su cuello está intacto. Pero la imagen de su cara es algo que nunca voy a olvidar.
Martín la toma de la mano. Le pide que siga respirando. Se tira para atrás y se pone gotas en los ojos. Las esquirlas habían entrado en su ojo derecho nos enteraremos después.
Aparece en escena el camionero. Le grito que llame al 911. Martín lo había hecho antes también.
En ese momento la desolación se apoderó de la escena. Oscuridad, el pasto que separaba la ruta de ida de la de vuelta y noto que no puedo apoyar un pie.
Una situación así, a tres días de haberla vivido, puedo distinguir que te cambia los parámetros. Una nueva vida sale de las entrañas, se regala cada minuto como una oportunidad de ser vivido.
Dije sin exagerar, pero algo así se me presenta al ver el sol a la cara hoy a la mañana. La muerte tocó la puerta de muy cerca. Cara o seca de la realidad interpretada a mis favores.
Veníamos de TED, un encuentro con la creatividad, el entusiasmo, las ganas de ser y hacer más y el acoplado se nos interpuso frente a nuestras narices.
Mucho por procesar, que me encantaría sea junto a Martín y Deborah para reconstruir desde las subjetividades pasajeras que somos el hecho.
Ellos son con quienes estoy encarando el proyecto de Expandir Conciencia. Lo llamativo fue que en el accidente ninguno de los tres perdió siquiera la conciencia. El auto lo pude ver luego al ir a la comisaría en esa larga noche ya de sábado y quedó hecho añicos. Aún no entiendo cómo quedamos tres personas vivas allí adentro.
Lo único que pido es que Deborah se termine de curar sin secuelas para poder rearmar de a poco lo ocurrido. Ayer me dijeron que abrió los ojos y habló.
Cuestión que el fin de semana volví a nacer. Y lo siento terriblemente alineado con cada cosa que está pasando en mi entorno y mis seres cercanos. Con conciencia todos son mensajes para que podamos despertar cada vez más. Hacerse cargo sigue siendo la consigna, caiga lo que caiga, y relatarlo, comunicar, porque para eso estoy seguro que vine a este planeta.