Revista Cine
Directora: ❤Adrienne Shelly❤
No era parte del plan, pero luego de ponernos tan cariñosos con la opera prima de Shelly, me dije "oye, ¿y por qué no comentas su última película?", a lo que me respondí que "bueno, como quieras". Y vaya que quería, no sé cómo es posible que no estuviera en el plan inicial... Entre "Sudden Manhattan" y "Waitress" Shelly hizo "I'll take you there", una película aún más elusiva que la primera y que parece ser otra comedia surrealista, aunque de seguro nunca lo sabremos, a menos que los milagros existan. A propósito, subí la opera prima a YouTube, está en este enlace, y de inmediato surgieron dos reclamaciones por derechos de autor sobre dos canciones usadas en el film, así que no sé realmente qué harán al respecto. Lo que les digo es que la vean, y que si no pueden, que la descarguen utilizando Freemake Video Downloader, un programa sencillo de usar que te permite bajar videos de YouTube y muchas otras páginas de video con una facilidad notable, para que la tengan en su poder y la vean más adelante. "Waitress" es fácil de encontrar, ahí ya no necesitan mi ayuda, pero si puedo impulsarlos un poquito para que vean el bello (pero tristemente involuntario) testamento fílmico de Shelly, ciertamente eso intentaré después del salto.
Jenna es una camarera que vive con un esposo que odia y una vida que no le permite cumplir sus sueños y ser feliz, situación que se dificultará más cuando se entere de que ha quedado embarazada del encantador marido.
La película habla por sí sola, expresa a la perfección y de manera descarnada las intenciones de su autora, que se explica con suma síntesis y elocuencia en este video, del que destaca sobremanera una de las últimas frases, que señala que "Waitress" es una carta de amor de Shelly, cuyo embarazo la inspiró a escribir el guión, a su hija Sophie. Una carta de amor, una película con corazón: Shelly hizo exactamente la película que quería, ni más ni menos. Una película sencilla y relativamente amable en la disposición de sus hechos y en la configuración del tono y la atmósfera, pero con una fuerza tan desgarradora como inspiradora que se expresa sin miedos mediante la poderosa y cándida voz de la protagonista. No voy a contravenir a Shelly, no osaría tal cosa; no voy a decir que "Waitress" no es un drama romántico sobre una camarera atrapada en una vida infeliz, miseria mayormente conformada por arquetipos sociales (el marido, dios santo, es una fábrica de prejuicios y estupideces), que se siente aún más atemorizada con la llegada de un bebé no deseado que puede romper y desordenar definitivamente la frágil realidad en que vive, que puede conducir su gris existir hacia terrenos aún oscuros y atemorizantes (ella quiere huir del marido, pero embarazada, ¿cómo la hará?).
No obstante, justamente en esa misma formulación se hallan las claves autorales de Shelly, más calmadas que en lo expuesto en "Sudden Manhattan", y que hacen de esta historia algo todavía más profundo y complejo, mejor aún, sin que Shelly traicione en ningún momento su afán ulteriormente optimista o desprejuiciadamente feliz. (A casi todos les pasa, eso de apaciguarse. Debe ser la vida misma: Hal Hartley ha ido suavizando el fondo y la forma de su nihilismo, y hasta directores tan furiosos e incendiarios como Gaspar Noé y Gregg Araki, sin nunca traicionar sus bases -la tónica de los autores mencionados-, también han calmado la vena y haciendo historias menos violentas, discursiva y gráficamente hablando, y no es que "Love" y "White bird in a blizzard" sean cintas para ver con la abuelita Hilda). Shelly nuevamente construye una realidad dura en la que coloca a una protagonista disconforme que a pesar de sus intenciones de liberarse, parece más inclinada a la resignación, una lacerante máxima autoinflingida que señala que aquello que tiene es lo mejor que puede siquiera desear, incluso sabiendo que lo que tiene no es nada bueno. Pero "Waitress" es una carta de amor, es una película sobre la alegría de vivir y sobre sobreponerse al mal que nos cae encima: tomar decisiones, tomar las riendas del destino: Shelly dice que sí tenemos poder e influencia, algo que quedaba (conscientemente, claro) a la deriva en "Sudden Manhattan", que luego de todo el enredo surreal y el final feliz, seguía con una aire de "¿y ahora qué hacemos?" que denotaba el permanente misterio que es la vida. "Waitress" dice que no siempre es todo neblinoso, que podemos disfrutar los días, que hay esperanza y felicidad. Es muy lindo todo, es bellísima su visión, por lo demás escrita con suma madurez, honestidad y humanidad, además de una habilidad formidable (la construcción de personajes, esos brillantes diálogos, la inclusión del absurdo...) que también se traspasa a la dirección, que no pierde la valentía y el desenfado de su opera prima, cualidades aplicadas a otro tipo de film, claro. Keri Russell ofrece una interpretación ideal, acorde a la honestidad y humanidad del filme. Oh, puede que les den ganas de comer pasteles, les aviso de inmediato...
Puede que "Waitress" parezca ingenua y "cursi" y facilona, pero lisa y llanamente no lo es: Shelly es de todo menos ingenua y superficial; su película es una propuesta coherente y visceral, pero sobre todo humilde, sin ánimos de grandilocuencia ni nada por el estilo. Lo suyo es contar una historia sencilla pero un sentimiento complejo y de difícil descripción, que no es impedimento para que Shelly lo plasme en el fotograma. Yo pienso que lo logra con creces.
Un afectuoso y largo adiós para Adrienne Shelly, que quedará inmortalizada en cada película cuyo talento nos haya deslumbrado. Una grande.