Revista Viajes

Washington: una ciudad que reparte cultura

Por Esther García Schmah @GarciaSchmah

ver días 11,12 y 13: blue Ridge y Shenandoah NP

Cuando uno oye el nombre de la capital de los Estados Unidos en lo primero que suele pensar es en la casa blanca o el capitolio; pero tras este viaje para mí siempre será el lugar donde la cultura está al alcance de todos. Gracias a la fundación Smithsonian en Washington se encuentra el complejo museístico más grande del mundo y junto con el zoo son ¡totalmente gratuitos!

Como 30 km antes de entrar en Washington la carretera ya está colapsada de coches. Durante un rato podemos librarnos del atasco gracias a un carril para vehículos con más de un ocupante que circula por la izquierda de la autopista, pero esta limitación solo va de 5:30 a 9:30. En cuanto acaba la restricción el atasco se trasfiere rápidamente y el carril queda prácticamente parado.

Llegamos al centro de la ciudad a las 10:20 y nos dirigimos directamente a una zona de aparcamiento gratuito que hay cerca del National Mall.

nsa en el centro de la ciudad en la que se sitúan todas las cosas que no te puedes perder si visitas la ciudad: múltiples memoriales, los museos, la casa blanca y el capitolio. Todo concentrado para que sea fácil de visitar ;-) Eso sí, no creas que por estar todo junto te va a sobrar tiempo; nosotros le dedicamos dos días a esta ciudad y tan solo pudimos explorar a fondo tres museos. Solo recorrer los distintos memoriales te puede llevar casi todo el día.

Nuestra ruta (en azul en el mapa), un total de 15 km, nos llevó 8 horas de las cuales solo paramos a descansar en un banco del parque 45 minutos, aprovechando la hora de comer. Y ni siquiera llegamos hasta el capitolio ya que toda esa zona estaba cerrada por obras.

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hasta llegar al famoso

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Nuestro camino nos lleva a través de los monumentos a las guerras mundiales y a los veteranos de la guerra de Corea monumento a Abraham Lincoln, decimosexto presidente de los Estados Unidos y principal promotor de la abolición de la esclavitud.

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Y aunque en estas escaleras se han dado grandes discursos como, por ejemplo, aquel en el que Martin L. King pronuncio la famosa frase de I have a dream, a ver si adivináis cuál era el nombre más escuchado. Seguramente hayas acertado; incluso entre los irreconocibles sonidos del japonés o el chino se podía distinguir claramente "Forrest Gump" :)

Justo en frente el estanque llamado Reflecting Pool y que como su nombre indica es como una enorme piscina que refleja el Monumento a Washington, primer presidente norteamericano. Un obelisco de casi 170 m de altura al que se puede ascender, aunque nosotros lo vimos solo desde fuera.

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Para llegar hasta el pie del obelisco nos desviamos unos metros y vemos el monumento a los veteranos del Vietnam.

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Ver alguna persona buscando un nombre y alguna corona de flores nos trae a la memoria que esta guerra está tristemente cercana en el tiempo (1955 - 1975)

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Avanzamos por la derecha y llegamos a el Castillo, nombre con el que se conoce la sede central del Instituto Smithsoniano (Smithsonian Institution)

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Este instituto fue fundado en 1846 con los fondos legados por el británico James Smithson que quiso que su patrimonio sirviese para crear " una fundación para el aumento y difusión del conocimiento entre los hombres" La administración la lleva a cabo el gobierno de los Estados Unidos.

Cerca de allí el primer museo al que accedemos, el museo del aire y el espacio. Pese a ser gratuito hay que hacer una pequeña cola ya que revisan las mochilas y los bolsos de la gente antes del acceso, pero apenas llega a 10 minutos. Dentro podemos apreciar una gran colección de aviones entre los que destacan El Espíritu de San Luis, el aeroplano con el que el piloto Charles Lindbergh voló en solitario de Nueva York a Paris en el que sería el primer vuelo sin paradas del Atlántico . Y el aeroplano de Amelia Earhart, la primera mujer en realizar en solitario el cruce del Atlántico.

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Una ardilla nos sigue "pidiendo" comida. Están por todas partes, algunas entran y salen de las papeleras con restos de sándwiches entre las manos.

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Hoy hemos recorrido 150 km con el coche.

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Una zona natural protegida que es una isla en medio del río Potomac. A la entrada al parque hay un aparcamiento de tierra gratuito limitado a 2 horas, tiempo de sobra para pasear tranquilamente por la isla.

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Por el aspecto del lugar cuesta creer que uno se encuentra en una isla, en medio de un río, en pleno centro de la capital. Solo el ruido de los aviones que nos sobrevuelan cada cinco minutos hace sospechar la realidad.

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Nos detenemos especialmente en las áreas dedicadas a la tecnología, la investigación, el transporte y la historia, pasamos rápidamente por el de la alimentación y dejamos de lado la numismática y la sección dedicada a los trajes de las primeras damas. En total unas dos horas de visita.

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Lo más destacado de este museo abarrotado de aviones son el Concorde, el Boeing Stratoliner, el B- 29 Enola Gay tristemente famoso por lanzar la bomba atómica, el transbordador espacial Discovery y el favorito de mi marido y mi hijo, el Lockheed SR-71 Blackbird, el avión tripulado más rápido del mundo.

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Hoy, como ayer, ha sido un día muy cansado para los pies pero de poco conducir: 142 km. El plan para los próximos días es parecido pues nuestro próximo destino será Nueva York.


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