Revista Cultura y Ocio
Antes de la Época Victoriana cada ciudad tenía su propio horario. Ahora nos puede parecer sorprendente e incomprensible, pero en esa época no todas las ciudades británicas se regían por la misma hora. La llegada del ferrocarril (recordemos que en septiembre de 1825 se pone en servicio en Inglaterra el primer ferrocarril del mundo) hizo necesario adoptar un horario común para todos aquellos lugares por los que pasaba, ya que se necesitaba elaborar un horario de trenes. Esto obligó a adoptar un horario estándar para todo el país.
En esta época todavía no se habían inventado los despertadores, así que era el ruido de las máquinas de las fábricas empezando a funcionar lo que indicaba a los trabajadores que era el momento de levantarse e ir a trabajar. Además, muchas empresas contrataban a los “llamadores”; su trabajo consistía en golpear las puertas de las casas de los obreros para despertarlos y hacerles saber que era hora de acudir al trabajo.
Para que los victorianos pudieran ajustar sus relojes a la hora, o simplemente para que pudieran saber la hora, había un reloj en el ayuntamiento local o en las estaciones de trenes.
Y ya que hablamos de los relojes en la época victoriana, no debería cerrar la entrada sin mencionar el más importante, el reloj más famoso del mundo: el Big Ben. Quizá ya sabéis el porqué de su nombre… Los cuatro relojes de la torre funcionan gracias a un mecanismo de cinco campanas que se encuentran en su interior. A la más grande de las cinco, que tiene un peso aproximado de 13 toneladas, se le dio el nombre de Ben en homenaje al jefe de obra de Londres, cuyo nombre era Benjamin Hall. El nombre de Big Ben corresponde, por lo tanto, a la campana aunque actualmente nos referimos con este nombre a la torre en general.