Documento filtrado por Wikileaks en el que queda al descubierto el apoyo de EEUU a parte de la comunidad LGTB de Cuba
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No lo afirmó ninguna publicación “oficialista” cubana, ni siquiera hizo falta esta vez que la Seguridad del Estado destapara a alguno de sus agentes: es un documento de la propia Sección de Intereses de los Estados Unidos en Cuba (SINA) —regalo de WikiLeaks— el que confirma el financiamiento del gobierno de ese país al “proyecto B: lesbianas, gay, bisexuales, transexuales (LGBT)” de la llamada disidencia.
Lo primero que querría decir es que no me hace nada feliz esta revelación. Cuando escribí sobre la marcha de nueve personas que en junio pasado realizaron por el Prado un grupo de activistas supuestamente “independientes”, me dolía de esa aparente manipulación política alrededor de una causa a la cual tantos en Cuba tratamos de aportar hoy un granito de arena, para superar la homofobia y promover en nuestra sociedad el respeto a la libre orientación sexual e identidad de género como un derecho humano.
De hecho, este hallazgo me sorprende cuando un grupo de amigos y amigas estamos en los últimos toques para echar a andar otra iniciativa con ese propósito, esta vez fuera de las instituciones estatales, como otra opción para quienes por cualquier motivo no quieran participar en la amplia labor que realizan las redes sociales del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), a cuyo grupo Hombres por la Diversidad también pertenezco.
Precisamente, sin tener todavía un programa claro y mucho menos un centavo, los primeros poquísimos integrantes del Proyecto Arcoíris —nombre de esa idea aún en ciernes— hace unos días nos debatíamos sobre cómo podríamos hacer ese activismo con nuestros propios medios, cuál sería el mejor modo de gestionar cualquier contribución externa y de qué forma podríamos lograr que el dinero y su manejo no lo enrede todo.
Y en ese contexto, WikiLeaks revela este informe de la SINA, con fecha 15 de junio de 2009, donde describen el citado Proyecto LGBT, para concebir un “boletín semanal de noticias” que tendría como objetivo: “Fortalecer la ya existente comunidad LGBT cubana, para aumentar su conciencia y la conexión a la comunidad mundial LGBT”.
La idea concreta plantea “crear, publicar y distribuir un boletín semanal de noticias en español que cubra cuestiones del tema LGBT y acontecimientos fuera de Cuba”, en una publicación “concebida como el primer paso en un proyecto de múltiples niveles, diseñado para mejorar la capacidad de la comunidad LGBT para dar a conocer las condiciones en la isla y abogar por un cambio en la promoción y realización de los derechos constitucionales y humanos”
Acto seguido, la lista de los recursos solicitados en esa ocasión: “ordenador portátil, impresora, tóner y papel de la impresora o los recursos económicos para comprar el mismo en la isla, más tarjetas de Internet para su uso en hoteles”.
La única revista con estas características que conozcamos dio a la luz hace muy poco, su nombre es Despertar y la anunciaron como una “iniciativa” del Observatorio Cubano de Derechos de LGBT. Fue descrita por sus creadores como un “boletín bimestral”, “con 8 hojas impresas por ambos lados y con una tirada de solo unas decenas de ejemplares”.
Este es el mismo grupo que organizó aquel paseo del 28 de junio en La Habana, durante el cual uno de sus miembros —el flamante esposo gay de la transexual Wendy Iriepa cuya reciente boda tanto dio que hablar— negó enfáticamente y sin que nadie le preguntara, “estar siendo financiado por ninguna organización del exilio”.
Al parecer, sin embargo, podrían haber ido mucho más allá. Ello explicaría tal vez algunas madrinas y padrinos muy poco convenientes que rondan alrededor del citado Observatorio y sus escasos miembros, así como esas acciones tan publicitadas hacia el exterior.
En aquel momento, la única evidencia de la intromisión del gobierno de los Estados Unidos en este asunto interno de la sociedad cubana, era precisamente el anuncio hecho por el periódico El Nuevo Herald de que “el Departamento de Estado prevé gastar $300,000 este año para ayudar a la comunidad LGBT en Cuba”. Pero resulta que ahora, a partir de documentos de la propia SINA, podemos corroborar que sí está en marcha realmente la ejecución de tales presupuestos.
¿Son el dólar o cualquier moneda por sí mismo perversos?
¿Acaso no reciben donaciones todas las organizaciones no gubernamentales del planeta, e incluso los proyectos de colaboración de múltiples instituciones estatales cubanas, incluyendo el propio CENESEX?
¿Resulta correcto —ética y legalmente— aceptar financiamiento de un gobierno que declara explícitamente querer cambiar el sistema político, económico y social de la nación a la cual pertenecen los presuntos beneficiarios?
¿Cómo podría cualquier grupo independiente verdadero, con inquietudes, sueños e incluso posturas críticas, sortear —sin mancha para sus fines— todo ese pasado y presente de intervencionismo y confrontación hacia nuestro país y el mundo, lo cual es intrínseco a la naturaleza de los Estados Unidos como principal potencia del sistema hegemónico capitalista?
¿Estaríamos o no en todo el derecho de interpretar como espurio o al menos albergar reservas hacia este tipo de supuesta defensa de los derechos LGBT o de cualquier otra causa aparentemente justa que pudiera esconder detrás condicionamientos e intereses políticos de poderosos benefactores?
¿Aceptan ese dinero quienes legítimamente pudieran ser opositores del proyecto político cubano y de su gobierno, o algunos estarían en contra del socialismo y la Revolución precisamente para obtener ese dinero?