La escalera de Jacob, c.1800, William Blake
British Museum, Londres - Fuente
Blake es un peculiar artista en un momento concreto de la cultura inglesa de finales del siglo XVIII y principios del XIX. Europa vive el nacimiento de la modernidad y la ciencia empieza a dar sus primeros pasos resolviendo situar al hombre en su justo papel dentro del complejo de la naturaleza en fiera competencia con un misticismo histriónico y delirante muy de moda entonces. En el campo de las ciencias humanas, los filósofos empiezan a plantear críticas hacia el orden social que consideran como un producto renovable y mejorable. Toda Europa sufre las convulsiones de un París donde un rey o los aristócratas mueren en la guillotina y las ideas que hablan de libertad, igualdad y fraternidad, empiezan a traspasar las fronteras haciendo temblar los cimientos de las sociedades despóticas y feudales de la vieja Europa. En este contexto, Inglaterra ha vivido una mayor tradición de parlamentarismo y ha sido capaz, hace tiempo, de escapar de los férreos dogmas del catolicismo. Ello no ha impedido que nazca una sociedad burguesa donde confluyen esos recientes ideales liberales con fanatismos religiosos y/o bíblicos y un especial pundonor que sentaría las bases de esa cierta hipocresía y doble moral que sería tan característica de la sociedad inglesa del XIX.
Nabucodonosor, 1795, William Blake
Tate Gallery, Londres - Fuente
Su arte obedece a unas formas muy peculiares que van desarrollándose de acuerdo a sus preferencias y su formación. Gran admirador del clasicismo bajo su peculiar óptica, sus figuras recuerdan las musculaturas potentes de un Miguel Ángel, al igual que las contorsionadas posturas que toman sus personajes. Por otra parte, la paleta tonal que elige es muy característica, siempre con unos tonos cálidos que contribuyen a crear esas escenas irreales donde parece que las figuras se funden con los fondos incidiendo en lo visionario del escenario. Todos estos recursos se ponen al servicio de los paisajes oníricos que crea para ilustrar episodios bíblicos o de los libros de la antigüedad que leía, creando un universo propio y muy personal, tanto que no logró el merecido reconocimiento en su vida y debería esperar a ser recuperada su obra, una vez muerto, por parte de los simbolistas y los románticos del XIX.
La obra de William Blake se podrá visitar en la exposición temporal que celebra CaixaForum Madrid desde el 4 de julio al 21 de octubre de 2012.
Luis Pérez Armiño