Anoche murió Jorge. No lo veía desde hace por lo menos diez años y la última vez que nos comunicamos fue en septiembre del 2002.
Jorge es sin ninguna duda uno de los mejores tipos que he conocido. Era un tipo duro, un tipo rudo y hosco en el trato que, como suelen ocurrir en muchos de estos casos, tras esa coraza escondía un corazón inmenso y una infinita ternura. Un buen amigo, un tipo franco y a cara descubierta, en el que uno sabía que siempre podía confiar. Una persona inolvidable que seguro ha dejado una profunda huella en todos los que han tenido la suerte de conocerle. Dicen que cuando uno se va, todo el patrimonio que deja es su recuerdo. El recuerdo de Jorge siempre te deja una sonrisa en la boca y una sensación como de decir “ahí va un gran tipo”. Era una de esas personas a las que siempre te alegrabas de ver, es una de esas personas que siempre se harán extrañar. No creo que esto se pueda decir de mucha gente.
Me gustaría poder hablar de nuestras vivencias, de algunas anécdotas, de la música que nos gustaba…, pero ese es un privilegio que corresponde a los verdaderos amigos… y yo siento que lo he perdido. Le he fallado estrepitosamente. Durante todos estos años, ni una llamada, ni un mensaje, aun sabiendo los duros momentos por lo que estuvo pasando. Siempre dejándolo para otro día. Pero, como dice la canción, “algún día nunca llega”… hasta que ya es demasiado tarde. Esa es la condena de los tipos como yo, y no hay penitencia que la pueda purgar, es un peso, un dolor, que nos llevaremos a la tumba. Quizá entonces todo tenga arreglo.
Porque existe gente como Jorge es por lo que creo que hay algo mejor esperándonos después de esta vida. Si es así, Jorge con toda seguridad ya lo está disfrutando. En eso confío, esa es mi esperanza para que, quizá, desde donde ahora esté pueda aceptar mis disculpas por no haber estado a la altura.
Le gustaba esta canción. Va por tí, allá donde estés. Te extraño, te quiero. Lo siento.
Wish i’d been there