Wonder Wheel, Cromatismo crepuscular

Por Raúl Bermejo

A sus 82 años el prolífico Woody Allen sigue regalándonos anualmente una de sus obras. En este caso, le ha llegado el turno a “Wonder Wheel”, una nostálgica visita al Coney Island de los años 50 donde el emblemático parque de atracciones de New York sirve de escenario a un cocktail woodyalleniano de celos, pasiones y asesinatos.

La historia de la película no sorprenderá a quien haya seguido habitualmente la carrera de Woody Allen. Personajes arrebatados hasta tal punto que son capaces de cometer auténticas locuras, inocentonas que son presa fácil de depredadores o mafiosos italianos son ya una constante en su galería cinematográfica. Pero al igual que uno nunca se cansa de degustar su vino favorito, el cine de Woody Allen tampoco provoca hastío, ya que sus películas siempre aportan matices nuevos, aunque el argumento principal sí siga ciertos patrones repetitivos.

Kate Winslet llevaba varios años (concretamente, desde la miniserie Mildred Pierce) sin ofrecernos una interpretación tan soberbia como la de esta película, donde representa un personaje completo, complejo y que sufre una evolución trascendente según va avanzando la historia. Su actitud trastornada puede recordarnos a la de otras perturbadas en el universo Allen (como la de Penélope Cruz en “Vicky Cristina Barcelona” o más recientemente la de Cate Blanchett en “Blue Jasmine”) pero llama la atención los diferentes registros en función de la actriz que lo interprete.

Pero si aplaudida ha sido la actuación de la protagonista, la de los secundarios que la acompañan no desmerecen. La arrebatadora Juno Temple nos enternece con su representación de la cándida Carolina y su huida hacia adelante para sortear los errores del pasado. En el apartado masculino, James Belushi representa magníficamente la rudeza, y a la vez, la bondad de corazón que su personaje requiere. Justin Timberlake realiza sin duda la actuación menos notable del reparto.

Pero la estrella de la función no es Kate Winslet; ni siquiera la icónica noria Wonder Wheel que da título a la película. La verdadera protagonista es la deliciosa fotografía del maestro Storaro que empapa de tonalidades rojizas todos los fotogramas, bien por las emisiones del sol en la playa, bien por las luces de neón del parque de atracciones. La luz incide constantemente en el pelo de Kate Winslet, emitiendo unos bellísimos reflejos cobrizos que envidiarían hasta las mismísimas Jessica Chastain o Julianne Moore.

Pero la presencia de esta tonalidad no se limita a un mero capricho estético, sino que oculta una importante connotación simbólica, tal y como ocurría en “El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante” o la trilogía de colores de Kieslowski. El rojo que inunda la película es el rojo de la carne, de la pasión de los celos enfermizos que hacen enloquecer; es el rojo del reguero de sangre que los desalmados delincuentes van dejando a su paso; el rojo del fuego que un imberbe e incorregible pirómano provoca para castigar a su madre de haberle quitado el derecho a tener padre; el rojo de la conciencia del crepúsculo vital y cinematográfico del director.

Siguiendo con este argumento cromático, de modo anecdótico y puramente personal, hay una escena en la que aparece de fondo una bandera americana que, a consecuencia del filtro anaranjado y el zoom que realiza la cámara, termina simulando ser de franjas horizontales amarillas y rojizas, como si de la senyera se tratara, como un guiño privado del director a Cataluña (idea que pudiera ser considerada descabellada de no ser notoria la manifiesta simpatía que le tiene el director a Barcelona en particular, y a Cataluña en general).

Bajo el amparo de Amazon Studios, Woody Allen nos ha dado una muestra más de que su inagotable talento está en plena forma. Ahora toca tener paciencia a la espera de su próxima película (aún sin título) que nos llegará el año que viene.

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##check## Lo bueno

La perfecta fotografía; la detallista ambientación en la playa.
La entrada del personaje de Juno Temple desde las entrañas de la famosa noria, como si estuviera adentrándose en otro mundo, un mundo mágico poblado de seres reales pero a la vez irreverentes, al que se accede desde una atracción de feria tal y como sucedía en la nostálgica serie infantil “Dragones y mazmorras”..

##times## Lo malo

Que las atracciones de feria sean sólo elementos del decorado y los personajes no interactúen más con ellas.

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Ambientación 9.5

En cualquier buscador de internet se pueden localizar fotos reales del Coney Island de los años 50. Y a pesar de la complejidad de la playa y el parque de atracciones (parecen abarrotadas ilustraciones de “¿Dónde está Wally?” atestadas de interesantes personajes en los que cuesta trabajo decidir en cuál reposar nuestra atención) los productores no han escatimado medios y han conseguido un resultado abrumadoramente real..

Desarrollo de Personajes 9.0

El punto fuerte de Woody Allen. Pocas veces deja a sus personajes vacíos, dotando incluso a los secundarios de matices y personalidad propia.

Argumento / Guión 7.0

No es especialmente novedoso, ni ofrece la densidad de perlas de sus mejores obras, pero es muy consistente, y ofrece un giro que sorprenderá a los espectadores menos habituales de la filmografía de Woody Allen (los más avezados se anticiparán rápidamente).

Banda / Sonora 7.0

Las típicas piezas de jazz que acompañan las obras de Allen y que invitan a mover rítmicamente los pies en la propia sala de cine.

Entretenimiento 7.0

No es de las obras más profundas y místicas de Allen, y ocurren ‘cosas’ constantemente.

Montaje / Innovación técnica 7.0

No tiene imágenes sorprendentes pero el uso de los colores y la introducción de personajes en la historia así como el tratamiento de la luz es digno de mención.