Se reedita con la (muy lucrativa) excusa del Record Store Day este EP de título “Ground Trouble Jaw“, lanzado por primera vez en 2008: lo de la reedición sólo es una verdad a medias, porque las cinco canciones que componen el mini-álbum sólo se habían comercializado en formato digital, pero en cualquier caso eso es lo anecdótico. Lo principal es que con aquel EP, el californiano Ricardo Sigilfredo Olivarez Swift-Ochoa (afortundamente, sólo Richard Swift en nuestras estanterías) daba continuación al que había sido su disco más celebrado, “Dressed Up for the Letdown“, y demostraba que lo suyo era algo más que un entretenimiento de temporada.
Otro día hablaremos más despacio de Swift y de ese tercer largo más que apañadito, que hoy no tengo ganas de extenderme demasiado. Vamos a dejarlo, de momento, en que cuando el también productor, multi-instrumentista, ingeniero de sonido, miembro de pleno derecho de The Shins, y bajista de The Black Keys adopta el rol de compositor / intérprete, se sitúa en un interesante emplazamiento entre el Rufus Wainwright menos autocomplaciente, y el perdedor pícaro pero sensible que tan bien encarnaba Harry Nilsson (lo de Nilsson, visto lo visto, puede empezar a ser considerado la primera gran tendencia musical de este 2015). Claro, estas coordenadas quizán son válidas para situar a su autor en una primera aproximación, cuando este no se pone el disfraz de soulman (que es precisamente lo que ocurre en este EP): aquí el ajado crooner que alardeaba de sus miserias con estilo da paso a un apasionado intérprete enfundado en un glamuroso traje de soul, ribeteado con detalles de doo-wop. ¿Un Frankie Valli de nuestro tiempo? Algo así, aunque quizá la frenética actividad que Swift ha mostrado en tantos campos no haya permitido que su carrera en solitario luzca como merece.
Con la misma probabilidad, el mismo hecho de haber trabajado con artistas tan distintos como los antes mencionados (también Laetitia Sadier, Damien Jurado o Foxygen), puede que sea precisamente lo que explica la enorme versatilidad de Swift para saltar de un estilo a otro, y aplicar pátinas bien distintas a sus composiciones: en cualquier caso, parece claro el interés del cantante en mirar al pasado, y muy en concreto a lo sucedido (tomadlo como una generalización, ya sé que en realidad fueron muchas cosas) entre 1960 y 1975.
El EP completo es una delicia: lo abre esta inapelable “Would You“, una pista tan redonda que no necesita muchas argumentaciones: haced simplemente click en el botón de reproducción y veréis que tengo razón. Con la posterior “Lady Luck” se prorroga el hechizo, a ver quién se resiste a esa deliciosa negritud (suena como un single de northern soul puesto por error a 33 rpm al que solo le delata el falsete de las voces), también presente en “The Bully” (ahora sí: sonido Motown sonando a su velocidad). “The Original Thought” engaña, y mucho: detrás de ese arranque a lo torch-song se esconde una pista del más elástico synth-funk, una gozada,y aún nos espera el gesto teatral de despedida con “A Song For Milton Feher“. Disfrutable de principio a fin, por tanto, sin una sola fractura, y a un nivel que ya me gustaría ver en los largos de Mark Ronson, por poner un ejemplo cercano. Y, Jesús, en 2008 lo regalaba como descarga gratuita.
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