La tertulia de la décima fue improvisada. Apareció así, sin más, como cuando dejan una puerta entreabierta y se cuelan los perros. Había ínfulas de celebración del evento que nos llevarían a protagonizar el mismo desde las tierras de Tomelloso, allí donde La Mancha se hace grande e incluso la pizza se cuenta por kilómetros con enunciados mundiales.
Pero no nos dejaban salir de Madrid y los componentes de Proyecto Librus somos de naturaleza cagona, por lo que nos acodamos en Torrejón, en la terraza de un bar de cuyo nombre ni quiero ni puedo acordarme.
Mucho se podía contar, pero para qué. Una vez rota la ilusión, tan solo queda el desánimo. Sin embargo, la ronda lectora cosechó buenos resultados en general. El jardín de los suplicios obtuvo el respaldo de la crítica de los integrantes del Proyecto. Se habló acerca de la posibilidad o no de que una obra así, sin complejos de género, se escribiese actualmente, lo cual no hizo plantearnos amargos razonamientos contemporáneos. Se dijo también que en su narrativa se usó mucho los puntos suspensivos.
Madera de Boj también relució a pesar de ser madera. A punto estuvo de arder. Estas cosas son así, imprevisibles, impresionantes, imprecativas de su propia naturaleza (no sé si esto es correcto así, tal cual está escrito, creo que sí). Se retiraron las acusaciones de plagio que se habían vertido sobre la obra y se llevaron a otros frentes aún por explorar.
El gilipollas pasó por la tertulia con el señuelo de médula espinal de la misma, pero al final se diluyó entre tanto y tan bueno. Era de esperar. En cualquier caso, Fructuoso Bartol consiguió hacerse un hueco en los hoscos corazones de los leyendos, que le otorgaron el beneficio del pase de pecho, pero sin verónica final.
Tortilla Flat dio bastante juego tertuliano. Sus protagonistas, aficionados bebedores de vino, tenían semejanzas con algunos de los leyendos, no con otros que ya han pasado a peor vida en lo que a asuntos de celebraciones etílicas se refiere, y que buscan desesperadamente otros refugios que serán, siempre, menos placenteros. A la fuerza ahorcan, que se dice.
Al final, tras las votaciones de rigor, Madera de boj se hizo con el galardón del Libri de Oro. Tiene mérito porque había obras de valor en la lucha. Es de rigor mencionar que hubo disputa acerca de los fondos disponibles. Como aclaración, sirva este apunte financiero para indicar que las cuentas de Proyecto Librus actualmente arrojan un saldo positivo de doscientos cuarenta euros, Dios mediante.