Ayer estaba nerviosa. Me pasa a veces, cuando tengo muchas ganas de ver una película. Y tenía muchas ganas de X-Men: Días del Futuro Pasado. Sólo tenéis que leer mi reseña de X-Men: Primera Generación para imaginar las ganas que tenía de ver su secuela. El listón estaba muy alto porque la película de Vaughn ocupa un puesto muy destacado en mi ranking particular de películas de superhéroes pero tenía miedo de que su secuela no estuviera a la altura. Ahora mismo me siento aliviada. Y contenta.
En un futuro post-apocalíptico en el que los mutantes son perseguidos y aniquilados, los supervivientes, entre los que se encuentran el Profesor X (Patrick Stewart) o Magneto (Ian McKellen) creen que la única salida es enviar a Lobezno (Hugh Jackman) al pasado para impedir que sucedan los hechos que desencadenarán ese terrible futuro. Para ello, Logan deberá trabajar con las versiones jòvenes de Charles Xavier (James McAvoy) y Magneto (Michael Fassbender) cuya relación no pasa por su mejor momento.
En esta película se mantienen los aciertos de la anterior entrega (buenas interpretaciones, equilibrio entre acción y pausa, buen uso de los recursos técnicos..) pero es precisamente ese "más de lo mismo" el que hace que esta secuela sea inferior. X-Men: Primera Generación supuso una bocanada de aire fresco en una saga que no había aportado nada destacable desde X-Men 2 y, como digo, esas cualidades se mantienen pero Bryan Singer o no ha querido o no ha sabido ir un poco más allá.
Yo pienso que no ha querido, principalmente porque la sensación que planea en el ambiente de esta X-Men: Días del Futuro Pasado es que esta película va a servir como preámbulo a algo más. La cuestión es saber a qué. Ya está confirmada la secuela para 2016 y, de hecho, la escena post-créditos está relacionada con ella, pero hay ciertos sucesos relacionados con los mutantes del futuro (los de la primera trilogía) que dan que pensar. Entre eso y que la primera película de X-Men es de 2000, a mi me extrañaría mucho que X-Men: Apocalypse fuera la última entrega de esta saga. Ahí lo dejo.
Los actores vuelven a ser el punto fuerte de esta cinta. Tanto James McAvoy como Michael Fassbender vuelven a estar de maravilla pero la que se corona en esta entrega es Jennifer Lawrence (Mística), que da un recital tanto a nivel físico como a nivel de interpretación. En el lado opuesto está Peter Dinklage que interpreta a Bolivar Trask, el principal, y casi ausente, antagonista. Qué queréis que os diga, debería ser casi delito contar con un actor de su talla y desaprovecharlo de la manera que se ha hecho en esta película pero ellos sabrán.
Entre los puntos negativos, además del poco partido que se la ha sacado a Peter Dinklage, hay uno que quizá no tenga mucha importancia para el público en general pero que a mi me ha molestado. La BSO de la anterior entrega me parece soberbia, sobre todo el tema de Magneto y, lamentablemente, ese tema no ha aparecido en esta película. Yo creo que ese tipo de cosas son las que dan coherencia a una saga y ayudan a forjar una imagen más global entre los espectadores (¿qué fan de Star Wars no sabe qué tema va a sonar cada vez que aparece Darth Vader?) así que me parece un error no mantener esos temas de una película a otra.
Sobre las novedades que podemos encontrar, merecen especial atención los centinelas, los robots diseñados para destruir a los mutantes. Son el principal atractivo de las escenas que se desarrollan en el futuro y son el plato fuerte de la escena más espectacular en el pasado. Un gran acierto pero desconozco si volveremos a verlos.
Conclusión: si el fin de la segunda entrega de una trilogía es que te dejen con ganas de más y no veas la hora de que estrenen la siguiente, felicidades, creadores de X-Men: Días del Futuro Pasado, conmigo lo habéis conseguido.