Revista Opinión

¿Y ahora qué?

Publicado el 28 diciembre 2015 por Jcromero

No era preciso tener dotes adivinatorias ni ser un pesimista compulsivo para intuir que el recuento de votos, el reparto de escaños y las primeras manifestaciones de los principales dirigentes políticos, validaría la coraza preventiva del voto desapasionado al que aludía en la entrada anterior. En todo caso: ¿y ahora qué?

A falta de lluvia, trabajo con salario suficiente y apuesta decidida por los derechos sociales, hemos tenido un copioso año electoral -andaluzas, municipales, autonómicas, catalanas y generales- además de mucha corrupción y demasiada politiquería televisada. El resultado del 20 de diciembre se asemeja al de resto de convocatorias. El electorado, cansado del atraco continuado de las mayorías absolutas, ha optado por ceder a los políticos la responsabilidad. Los electores han demostrado bastante racionalidad al configurar un Congreso más parecido a la sociedad real que el anterior. Esperemos que los elegidos correspondan a esta especie de ¡pónganse de acuerdo!, expresado en las urnas.

Ayuntamientos y comunidades han tenido que dialogar y acordar para formar gobierno. Con la excepción catalana, esto ha sido posible en infinidad de corporaciones locales y no pocos gobiernos autónomos. Los resultados de las generales, indican que se prefiere el diálogo y el acuerdo, al rodillo de una mayoría. Forzar unas nuevas elecciones supondría un desprecio a lo votado y un reconocimiento de incapacidad que no garantizaría, necesariamente, una configuración parlamentaria muy diferente.

¿Y ahora qué? Como la derecha no podrá gobernar con sus votos, salvo pirueta circense de los nacionalistas vascos y catalanes o la repetición de otro tamayazo entre las filas socialistas, lo sensato sería intentar una coalición de izquierda. Pero, entre las líneas rojas de todos -que solo son excusas para no acordar- y los sabotajes internos al candidato socialista, lo cierto es que los llamados representantes del pueblo, una vez más, pueden hacer dejación de funciones y de responsabilidades.

Mal asunto si el PSOE, aparca el interés ciudadano para terminar haciendo lo que entienda que dañe menos los intereses del partido. Un país sólo se puede romper por la voluntad de sus ciudadanos o por la incompetencia, la corrupción y la decepción continuada de sus dirigentes. Dice la baronesa que Podemos quiere eliminar al PSOE . ¿Alguien lo duda? Ambos partidos comparten el mismo electorado; pero, lo que tendría que preguntarse Susana Díaz es por qué hay tantos socialistas que terminan cogiendo la papeleta de Podemos. Por su parte Podemos -habría que observarlo más como un movimiento social que como un partido político-, hasta el anuncio de su propuesta de emergencia social, ha ido dando bandazos y haciendo algún que otro brindis al sol y alguna una propuesta surrealista. ¿Cómo llamar la invocación a la reforma constitucional, sabiendo que el PP tiene mayoría de bloqueo y que toda reforma aprobada con el voto del PP será deficiente e insuficiente? Más cerca de Kafka aún, cabría situar esa especie de malversación del voto al proponer una presidencia independiente. Añadir un regente a un país con dos reyes, sería un abuso de autoridad indescriptible.

En todo caso, aún es pronto para sacar conclusiones. Mejor recordar a Rilke cuando alentaba a tener paciencia con todo lo que no está resuelto y seguir atentos para comprobar hasta dónde los electos son fieles a sus programas, a sus compromisos y a sus votantes.

Es lunes, escucho a Mike LeDonne:

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