Revista Sociedad
1. La manifestación de ayer en Barcelona fue grande, mucho, pero ni de lejos se puede comparar con la de 2003 contra la Guerra de Irak. Esa espina sigue clavada en el corazoncito de nuestros soberanistas locales.
2. Resulta curioso (o no) que ayer no actuaran los famosos "incontrolados" que siempre acuden disciplinadamente para reventar la finalización de las manifestaciones de izquierdas. Daría media paga de Navidad por saber quién dio la orden para que los reventadores se quedaran en casa.
3. "Madrid" sigue sin entender nada. Ayer los periodistas de guardia de la perrera mediática estaban desconcertados, y alguno hasta asustado. Más o menos venían a decir que "los catalanes no tienen remedio". Habrá que ver qué consecuencias extraen, aunque me temo lo peor.
4. Desde que en los años ochenta una manifestación organizada por los mismos de ayer consiguió que el Estado español se arrugara y no metiera en la cárcel a Jordi Pujol por el caso Banca Catalana, en Catalunya puede pasar cualquier cosa. La independencia es una de ellas, y ni mucho menos la peor.
5. Artur Mas pretende seguir dirigiendo el juego amañado, como el croupier tramposo de casino que reparte cartas marcadas. Le ha faltado tiempo esta mañana para afirmar que si no hay pacto fiscal, habrá independencia; es decir, Mas acaba de invitar a "Madrid" a seguir chalaneando.
6. No por nada el señor Mas y su gobierno tienen que comenzar a negociar los Presupuestos para 2013, y el Partido Popular -español y españolista, pero tan neoliberal como CiU- es la fuerza política que actua y actuará como socio de gobierno preferente de los nacionalistas de derechas catalanes.
7. El papel de "tonto útil" en esta historia que ejerce una parte de la izquierda catalana, es verdaderamente penoso en extremo. El cabeza de ICV-EUiA (postcomunistas) acaba de declarar que Catalunya "solo alcanzará la plenitud nacional con la justicia social", como si entre una cosa y otra existiera alguna relación. Si la justicia social depende de la "soberanía nacional", apañados vamos todos.
8. En lo que respecta al PSC, la actitud del partido como organización y de la mayoría de sus dirigentes le está conduciendo en este como en tantos otros asuntos, a la pura inanidad política. Lo que opine el PSC sobre cualquier materia comienza a ser irrelevante, sobre todo en política catalana.
9. ¿Y ahora qué? Si Mas y compañía fueran políticos honestos, deberían disolver el Parlament, convocar elecciones y presentarse a ellas con la independencia en el primer punto de su programa electoral. Si al constituirse el nuevo Parlament hubiera una mayoría de diputados suficientes, pongamos por ejemplo dos tercios, proclamarla de inmediato. No lo van a hacer, seguirán mareando la perdiz y jugando a "la puta i la Ramoneta" con el concierto económico, el pacto fiscal y todo el disco rallado.
10. No habrá referéndum, porque si lo hubiera tendría algunas -escasas- posibilidades de ganar los independentistas. Y la independencia es lo último que le interesa a la burguesía catalana en estos momentos. Otra cosa es que hayan abierto la puerta a la esperanza de gente que cree sinceramente en el tinglado, y pueda acabar arrastrando a las élites a donde estas no quieren ir. De todos modos Bruselas ya dijo ayer que el nuevo estado quedaría fuera de la Unión Europea, y que debería solicitar abrir un proceso de admisión. España y Francia vetarían con seguridad esa admisión. Probablemente también Bélgica, y quizá el Reino Unido.
11. Incluso en el caso de que la solicitud de admisión fuera aceptada desde el inicio, el proceso duraría años. Mientras tanto el Estado catalán quedaría a la intemperie, con la que está cayendo: las consecuencias inmediatas serían inflación desbordada, incremento (aún más) del paro, asaltos brutales de los especuladores en los "mercados" contra su moneda y sus bonos, y la espada siempre pendiente sobre la cabeza de una más que posible intervención del Ejército español.
En la cabecera del post, imagen de la primera página de la portada de ayer del diario EL PERIÓDICO DE CATALUNYA.