Revista Cine

¿Y con qué se come?/IX

Publicado el 19 marzo 2011 por Diezmartinez
¿Y con qué se come?/IX
Sául Bass, un lector y comentador en este blog (@sabassbo en twitter) me ha preguntado qué diferencia hay entre un clásico y un filme "de culto" o cult-movie. Una película clásica deja una estela: es un ejemplo inalcanzable que muchos cineastas quieres seguir, aunque sepan que no podrán nunca siquiera rozarla. Además, académicamente, el canon -creado por archivistas, historiadores, críticos y cineastas- ya la ha aceptado como clásica y dificilmente su estatus cambiará en mucho tiempo.El cine "de culto" es diferente. Mientras que el término "clásico" proviene de la academia y sus vigilantes -repito: archivistas, historiadores, críticos y cineastas-, una cult-movie nace a partir del culto obsesivo de un grupo de espectadores que hacen suya una película en particular, más allá de lo que diga el canon. Umberto Eco, en un famoso ensayo sobre Casablanca (Curtiz, 1942) -un caso raro, aunque no único, de la fusión entre lo clásico y lo "de culto"- afirma que una cult-movie es, por definición, una cinta profundamente imperfecta que, sin embargo, a pesar de esas imperfecciones e incluso por ellas mismas, es adorada a tal grado que sus fanáticos pueden citar parrafadas enteras de los diálogos, visten como sus actores/personajes preferidos y se convierten en los máximos defensores de esa cinta que, muy probablemente, fue despreciada por el gran público en el momento del estreno.Esos cultistas -o "culteros" dice un buen amigo, despectivamente- pueden convertir en éxitos perennes The Rock Horror Picture Show (Sharman, 1975) -que se mantuvo durante años exhibiéndose en cines de Nueva York y Chicago-, la saga de zombies de George A. Romero -hay que ver las filas de voluntarios para aparecer como zombie en cualquier nueva cinta de muertos vivientes de Romero- o el cine de Jodorowsky -que, al parecer, pasará de mano en mano, en DVDs legales y/o piratas, hasta el fin de los tiempos. Los cultistas pueden tener también algo de influencia en el canon: hay que recordar que Blade Runner (Scott, 1982) fracasó rotundamente en su estreno comercial. No fue hasta después, cuando fue tomada como objeto de culto por muchos académicos y/o aficionados al cine de ciencia ficción, que la cinta empezó a aparecer en el canon fílmico de los 80. Así, pues, treinta años después y luego de no-sé-cuántas-versiones más -la del director, con voz en off, sin voz en off, con escenas nuevas, con o sin el unicornio de papel-, Blade Runner ya está en el canon con la pequeña ayuda de estos apasionados cultistas -porque, la verdad, "culteros" se lee gacho.

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