Revista Economía

…y continuan los disparates.

Publicado el 27 noviembre 2013 por Torrens

Para darnos cuenta de que este país tardará muchas, pero que muchas décadas en llegar a ser normal y haber superado la fase esperpéntica, solo se ha de comparar la manera en que el Reino Unido y los nacionalistas escoceses están llevando el tema de la eventual independencia de Escocia, con el concurso que en España se han montado unos y otros para conseguir soltar la mayor burrada, hacer la mayor barbaridad y causar el mayor daño a propios y extraños en relación con la independencia de Catalunya. 

Es totalmente incomprensible, y demostrativo de una inteligencia bajo mínimos, que en Madrid todavía sea mayoritario el criterio que en cuanto se supere la crisis el problema se ha acabado y pelillos a la mar, que el suflé catalán se desinflará, y en consecuencia la estrategia debe ser bastonazo y tente tieso, incluyendo insultos y difamaciones. En el lado opuesto las demostraciones de irresponsabilidad no son más leves. Los que pretenden ser capaces de gestionar adecuadamente un país independiente, pequeño y europeo llevan varios meses demostrando ser incapaces de decidir y solucionar algo tan simple como fecha y pregunta, decisión que en el Reino Unido tomaron sobre la marcha. Desde que se inició la movida independentista mantengo que no me atrae especialmente el pasar de depender de una Administración Pública española desastrosa e ineficaz a otra, la catalana, que es igual o peor, y el numerito que se han montado entre todos alrededor de la pregunta del millón de dólares no hace más que reforzar esa opinión.

En relación con el mismo tema, el pasado lunes me ocurrió algo curioso. Al salir de casa, una pareja de edad mediana me preguntó por un edificio modernista, la Casa Vicens del arquitecto Gaudi, que está a unos 200 metros de mi casa, en la calle Carolines, y como yo iba en aquella dirección les acompañé hasta el edificio. Se apellidan Lucena, son de Córdoba, pero viven en Madrid y cuando llegamos a la Casa Vicens me quede un rato hablando con ellos porque me contaron que habían venido por vez primera a Barcelona precisamente porque les gusta el modernismo, que no lo hicieron con miedo, pero si con cierta prevención,  por las barbaridades que habían oído y leído sobre Catalunya y los catalanes en la caverna mediática, pero que se habían encontrado con casi lo opuesto a lo que dicen los irresponsables cavernarios, en Barcelona se lo estaban pasando bien sin el más mínimo problema, incluso se atrevían con alguna frase en catalán y ya planeaban su siguiente visita. No repetiré las barbaridades inconscientes que habían oído los Lucena en la caverna porque pueden dar ganas de vomitar, ellos tampoco se creían todo lo que oían antes de llegar a Barcelona pero tenían la razonable duda de que tanto ruido debía ser indicativo de que algo pasaba. Para que tengáis una idea de a que extremo han llegado las barbaridades cavernarias, cuando los Lucena aterrizaron en Barcelona estaban convencidos que debían ir con cuidado al hablar, porque según donde lo hiciesen en castellano podían enfrentarse a situaciones desagradables e incluso ser agredidos y que los catalanes más jóvenes casi no hablaban castellano.

Estoy leyendo “Winter of the world”, el segundo libro de la trilogía del siglo XX de Ken Follet, que cubre el período entre las dos guerras mundiales, empezando en 1933 cuando Hitler ya había ganado sus primeras elecciones y estaba a punto de obligar al Reichstag a permitirle gobernar por decreto, y a juzgar por lo que dice el libro, el tipo de insultos, difamaciones y mentiras que los nazis dedicaron a los judíos son terriblemente parecidas a las que la caverna dedica a Catalunya, y encima, esta semana, al presentar su libro sobre Adolfo Suarez, que sin duda leeré, Fernando Onega decía que si cierta prensa de Madrid dijese de Galicia lo mismo que dicen de Catalunya, el también sería independentista.

El pasado fin de semana la Sra. Sáenz de Santamaría habló de transparencia y anunció una ofensiva legislativa del gobierno contra la corrupción. A los pocos días Fabra es condenado solo por fraude fiscal y solo con cuatro años de cárcel, y en el PP alguien se atrevió a exigir que se pidiesen disculpas por las críticas al PP de Castellón por tráfico de influencias y corrupción, de las que finalmente el Juez ha absuelto a Fabra. Quien lo entienda que lo explique, por favor.

Desconozco si existe otro país con un diario oficial tan milagroso como el BOE, pero no lo creo. Sea cual sea el problema, corrupción, estafas públicas o privadas, fraude fiscal, delincuencia callejera o de alto postín, etc., la Administración Pública española no se pone a trabajar para detectar, denunciar y condenar a corruptos, estafadores, evasores fiscales, delincuentes, etc., en base a la legislación vigente, nada de eso, simplemente se publica una nueva Ley en el BOE y asunto solucionado, a pesar de que en la gran mayoría de los casos las nuevas normas perjudican a los que cumplían las leyes mientras los ilegales no tardan en encontrar el truco para seguir con lo que parece ser propio de este país: el cachondeo.

El gobierno y el PP siguen empeñados en intentar convencernos de que la crisis ya se ha superado gracias, por supuesto, a su brillante gestión. Aparte el preocupante hecho de que España es prácticamente el único país, junto con Grecia, donde el fin de la recesión en la Eurozona no se ha traducido en un descenso claro del desempleo, estoy suscrito a un medio de información financiera que desde Londres mandan diariamente informes sobre mercados y finanzas vía e-mail, y hace meses que uno de cada dos mail es sobre las cifras espeluznantes de deuda de los países occidentales, en el caso de la Eurozona, y de la U.E. provocadas por la recesión consecuencia de las medidas tipo Catastroika, y España está en el cuadro de dudoso honor junto a U.S.A., Reino Unido, Japón, Italia y varios sureños más. La preocupación se genera por el hecho de que varios países, entre ellos España han alcanzado cifras de deuda que no solo están muy por encima de lo que se considera prudente, sino que se son ya impagables, no se dispone de la capacidad necesaria para hacer frente incluso a los pagos de intereses y vencimientos, y si los tipos de interés abandonan el nivel mínimo actual y empiezan una nueva escalada, es seguro que harán inevitables una larga lista de quitas de deuda pública y privada de consecuencias imprevisibles. Y mientras nuestro nivel de deuda va en aumento, junto con los riesgos de recaída en la crisis cuando todavía no hemos salido de ella, los Sres. Rajoy, Montoro y de Guindos hablando de lo fantástico que va a ser el próximo año.


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