Rubén Pinar. El destoreo se hizo carne. Foto: Aplausos
Plaza de toros de Valencia. Quinta de Fallas. Toros de Fuente Ymbro para Curro Díaz, Matías Tejela y Rubén Pinar.Inmejorables para el toreo moderno. Carretones de pata negra. Jandillas de escuela taurina. Toros de Gallardo nobles, sin llegar a la bobería que es norma en el encaste, obedientes, humilladores, no tiraron un mal gañafón, con las orejas en bandeja para cualquier coleta que de esto sepa un poco. Cumplidores en varas, sin más. Bravos, ni hablar. Justos de presentación, feos de hechuras, algunos se han tapado por las dos grumias que llevaban por delante. Lamentablemente, los más potables se han encontrado con dos de los más claros ejemplos de jornaleros con alternativa a los que no se les puede llamar toreros: Tejela y Pinar.
Un poco a medias. Ni fú ni fá. No ha sido la mejor tarde de Curro Díaz, tampoco la peor. Con el lote menos aprovechable ha dejado detalles sueltos, remates pintureros, medios pases colmados de temple pero vaciados, y viciados, de autenticidad. Desapegado del toro y desangelado del toreo. Como serán los compañeros de cartel, que habiendo estado regular, en la comparación con ellos -que me perdone por el mal gusto el de Linares - pareció Joselito y Belmonte juntos. Se llevó un tumbo al entrar a matar más derecho que una vela, con vergüenza torera. Nos debe una. Se la apuntamos porque sabemos que solo el que tiene la moneda nos la puede devolver. Curro tiene la talega llena.El día que Matías Tejela diga adiós, si no le dicen antes hasta luego, podrá ganarse la vida como mozo de espadas de Diego Urdiales. Mientras tanto, gracias al establishment taurino, el pegapases madrileño hará el paseíllo en las mejores plazas del mundo, con las ganaderías más afamadas mientras el maestro riojano, Aguilar o Morenito se abonan al Canal Plus Toros para ver como Molés y compañía lloran sus ausencias con lágrimas del cocodrilo de Lacoste. Mientras tanto, el aficionado, santo y mártir, tambien puta y cliente a la vez, que mantiene este negocio, a tragar con la peste de toreo que hacen estos muchachos. Para qué un almohadillazo, para qué protestar al empresario, para qué hacer una colecta y mandarlo con su arte y sus producciones de vuelta para su tierra, y para qué dejar de asistir a estas pantomimas sacrílegras que se anuncian en nombre de la Tauromaquia. A veces tenemos lo que merecemos.