Revista Medio Ambiente
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ShareEmail¿Alguna vez has postergado alguna compra para “cuando haya comprado mi propio piso”? ¿Conoces la situación de comprar algo de calidad inferior “mientras tanto”? Este es un indicio muy común de que estás postergando tu felicidad para otro día. Solo que de esta forma no te estás haciendo ningún favor, ni tampoco se lo estás haciendo a tu entorno.Los falsos ahorros de la inversión postergadaQuieres comprar un sofá para tu casa. En vez de comprar el sofá de tus sueños, decides comprar una versión más barata, ya que no sabes cuánto tiempo te quedarás en este piso. Cuando tengas tu propio inmueble, ya te comprarás el sofá que realmente quieres. Mientras tanto, una parte de ti lamenta esta decisión cada vez que te sientas en este sofá. Aunque tu raciocinio te puede argumentar de mil formas que el sofá a lo mejor no cabría en el piso que ojalá un día te comprarás, no puedes disfrutar del sustituto no-deseado. Y como fue una inversión importante, tampoco quieres cambiar el sofá en breve.El coste relacional de lo baratoTu pareja había insistido en comprar directamente aquél sofá con forma de L. Por prudencia cedió ante los argumentos lógicos de la inversión “real”, cuando tengáis vuestro piso. Cada vez que os sentáis en el sofá, os vienen los recuerdos de las discusiones. Sientes como que él te reprocha por no haber comprado EL sofá, mientras que tu reprimes tus ganas de gritar “YA LO SÉ”. La diferencia de precio ahora ya no te parece tan absurda. Y la felicidad depende todavía más de la compra de aquel nuevo piso.El impacto medioambiental de la compra dobleNo es solo tu tranquilidad y la de tu familia la que se ve perjudicada cuando gastas dinero en algo que en realidad no es lo que querías. Tarde o temprano acabarás sucumbiendo al deseo (o a la necesidad) inicial, y habrás gastado el doble de lo que querías: el doble en dinero y el doble en recursos naturales. ¿A cambio de qué? A cambio de haber lidiado con el remordimiento de una inversión mal hecha y la frustración de comprar algo que hubieras podido tener desde el principio. El producto más sostenible es aquel que no se produce. Por lo tanto, el producto menos sostenible es aquel que se compra sin realmente quererlo.¿Por qué dejar para mañana, lo que puedes disfrutar hoy?Quizás el caso del sofá te parezca muy extremo. Resulta que lo mismo pasa con los cuchillos de mala calidad (que acaban en un enfado prolongado cada vez que destrozas un tomate), los zapatos más baratos (que al final nunca te pones, porque no son iguales que los que en realidad querías ) y el viaje a Amsterdam (que no puedes disfrutar porque en realidad te apetecía ir a la playa). ¿Realmente crees que es tan buena idea dejar para mañana lo que podrías disfrutar hoy?Si realmente quieres algo: date el capricho. Si no puedes permitírtelo hoy, no te des por (in)satisfecha con una alternativa cualquiera. Busca la raíz del deseo para ver si existe otra forma igual de válida para conseguir tu objetivo.
Y luego: disfruta del ahora, que no sabes si habrá un después.—-
Imagen: Diodoro / flickr