Ya has cumplido 5 años. Los cinco años de mi vida más ricos en todos los sentidos. Algún día sabrás todo el proceso de transformación que desataste en mí, y sí, aún no soy la madre que mereces, aún tengo mucho que recorrer en mí misma, pero la luz que has traído a mi vida nunca tendré como agradecerlo bastante. Me alumbraste tú a mí y no al revés.
La experiencia de la lactancia para mí ha sido muy gratificante, placentera, sorprendente, desbordante... abriéndome un mundo de comprensión sobre mí misma y sobre la especie humana que jamás habría imaginado.
Me hubiera gustado, que tras casi 5 años de lactancia libre, tu destete hubiera sido completamente espontáneo. No ha sido así, al final he dado un empujoncito. Aunque un nuevo embarazo no es razón para destetar, y ni siquiera es el mejor momento para ello, en nuestro caso ha sido el último paso que faltaba.
El embarazo ya llegó -y creo que no casualmente- cuando el destete iba encaminado. Pero el dolor y la sensibilidad extrema en los pechos, ha hecho que no pudiera continuar ofreciéndotelos. Tú lo has comprendido, con respeto y coraje, porque tú lo entiendes todo.
Me ha dolido a mí también, pero a la vez estoy satisfecha de estos cinco años de entrega, de esta experiencia mutua de amor reconfortante y fructífero, que guardaré para siempre en mi corazón. El ciclo se ha cerrado, eres fuerte, independiente, madura, con las ideas claras.
Gracias de nuevo, hija mía, y espero que juntas continuemos afrontando las nuevas etapas de la vida. Discúlpame en todo lo que te fallo, discúlpame los errores que cometo, discúlpame si no crezco todo lo rápidamente que necesitas para llegar a tiempo a comprenderte. Como siempre te digo, lo importante es usar los errores para aprender.
Te abrazo grande. Te quiero siempre, como jamás creí que se podía amar.