El mundo parece ir cada vez más deprisa. Esta afirmación podría ser defendida por cualquier ciudadano de los últimos doscientos años pero quizá en nuestro tiempo esté llegando a un nuevo máximo. La agitación parece dominar la cotidianidad y nos somete a ritmos de vida desquiciados en los que nos pasamos el día corriendo bajo un fuego cruzado de estímulos, noticias y requerimientos que nos disparan desde incontables pantallas y aparatos.
En la búsqueda del Grial de la productividad hemos reducido al máximo los tiempos de silencio y en consecuencia los de toma de conciencia y reflexión. Es más rápido y sencillo adoptar una opinión ajena que desarrollar una propia. De esta forma terminamos delegando la opinión en otros y eso nos lleva a delegar las creencias y por último la identidad. Nos identificamos con un determinado grupo y seguimos a unos determinados líderes de opinión. El sistema se encargará de crear la burbuja para que nos sintamos protegidos y las opiniones ajenas nos lleguen siempre tamizadas por los nuestros. Así todos ganamos, el individuo ahorrándose el penoso proceso de silencio y reflexión que una opinión propia requiere y el sistema al conseguir que dediquemos toda nuestra energía a acelerar la producción.
Hay signos evidentes del deterioro del pensamiento que nadie parece querer ver. Una detrás de otra, las catástrofes naturales están poniendo de relieve la incompetencia humana tanto al gestionarlas como al prevenirlas. Incendios de repetición en California no llevan al refuerzo de las medidas preventivas ni de los cuerpos de bomberos. Pandemias descomunales no consiguen que se revisen a fondo leyes ni procedimientos para conseguir confinamientos globales rigurosos e instantáneos ni se refuercen los sistemas de Salud Pública y Atención Primaria que son la base de los cuidados sanitarios. Inundaciones y gotas frías no consiguen que se prohiba construir en cauces y zonas potencialmente inundables. Y probablemente la más grande, la subida de temperatura planetaria, no consigue que dejemos de usar el coche ni nos desprendamos de los combustibles fósiles pese a saber que estamos a punto del desastre.
¿Nos hemos vuelto idiotas? Dejaré a los lectores que respondan, habida cuenta de que lo verdaderamente importante no es la respuesta si no la pregunta personal y si consideramos que debemos mover ficha y hacer algún cambio en nuestra vida. No esperen que lo haga el gobierno, o los demás. No lo deleguen, esto no. Nos va la vida en ello.
What if we are becoming idiots?
The world seems to be moving faster and faster. This statement could be defended by any citizen of the last two hundred years, but perhaps in our time it is reaching a new peak. Hustle and bustle seems to dominate the everyday and we are subjected to unhinged rhythms of life in which we spend the day running around under a crossfire of stimuli, news and demands fired at us from countless screens and devices.
In the search for the Grail of productivity, we have reduced to a minimum the time for silence and, consequently, the time for awareness and reflection. It is quicker and easier to adopt someone else's opinion than to develop our own. In this way we end up delegating our opinion to others and this leads us to delegate our beliefs and ultimately our identity. We identify with a certain group and follow certain opinion leaders. The system will take care of creating the bubble so that we feel protected and the opinions of others always reach us filtered by our own. In this way we all win, the individual by avoiding the painful process of silence and reflection that an opinion of our own requires, and the system by ensuring that we devote all our energy to speeding up production.
There are obvious signs of the deterioration of thinking that nobody seems to want to see. One after another, natural disasters are highlighting human incompetence in both managing and preventing them. Repeated fires in California do not lead to the reinforcement of preventive measures and fire brigades. Massive pandemics do not lead to a major overhaul of laws and procedures for rigorous and instantaneous global containment and strengthening of the Public Health and Primary Care systems that are the foundation of health care. Floods and cold drops do not get building bans in watercourses and potentially flood-prone areas. And probably the biggest one, the planetary temperature rise, fails to stop us from using cars and switching away from fossil fuels even though we know we are on the brink of disaster.
Have we become idiots? I will leave it to the readers to answer, since the important thing is not the answer but the personal question and whether we feel we need to make a change in our lives. Don't expect the government, or others, to do it. Don't delegate it, not this. Our lives depend on it.
如果我们正在成为白痴呢?
机器翻译,抱歉有错误。
世界似乎变得越来越快。这句话可以被过去两百年中的任何公民所辩护,但也许在我们这个时代,它正达到一个新的高峰。喧嚣似乎主宰了每天的生活,我们受制于不正常的生活节奏,在无数屏幕和设备向我们发射的刺激、新闻和要求的交火下,我们整天奔波。
在寻找生产力的圣杯的过程中,我们把沉默的时间减少到了最低限度,因此也把认识和思考的时间减少到了最低限度。采用别人的意见比发展我们自己的意见更快、更容易。通过这种方式,我们最终将自己的意见委托给他人,这导致我们将自己的信念和最终的身份委托给他人。我们认同某个群体,追随某些意见领袖。这个系统会负责创造泡沫,使我们感到受到保护,别人的意见总是经过我们自己的过滤而到达我们面前。通过这种方式,我们都是赢家,个人避免了自己的意见所需要的痛苦的沉默和反思过程,而系统则确保我们把所有的精力都用于加快生产。
有明显的迹象表明,思维的恶化似乎没有人愿意看到。一场又一场的自然灾害凸显了人类在管理和预防灾害方面的无能。加州反复发生的火灾并没有导致预防措施和消防队的加强。大规模的大流行病不会导致对法律和程序的重大改革,以实现严格和即时的全球遏制,并加强作为医疗保健基础的公共卫生和初级保健系统。洪水和冷落不会在水道和潜在的洪水易发区得到建筑禁令。而可能是最大的一个,即地球温度的上升,未能阻止我们使用汽车和改用化石燃料,尽管我们知道我们正处于灾难的边缘。
我们成了白痴吗?我将把这个问题留给读者来回答,因为重要的不是答案,而是个人问题,以及我们是否觉得需要在生活中做出改变。不要指望政府或其他人能做到这一点。不要委托它,不是这个。我们的生命依赖于此。