Ha sido pensar en la situación de La Scudería y la mente, ella solita, ha buscado en mis muchos recuerdos esta imagen...La mente, esa amiga traicionera que nunca abandona y siempre te dice la verdad, aunque no quieras ni intuirla.
Pues eso, mi mente traicionera me ha recordado que en el pasado estaba convencida de que Fernando Alonso se quedaría en Ferrari esperando un cambio de rumbo que se intuía con la llegada de Mattiacci, de nombre Marco, como aquél que se fue a buscar a su madre.
Y he preferido reírme de mi mente traidora y vengativa, de mi atormentada experiencia vital que me hace buscar una perfección que no existe, para acordarme de que hace poco decidí no tomarme nada en serio, ni esperar agradar a nadie, y menos a los que nunca se dejan agradar con nada.Y puestos a perder la seriedad, a reírme de mí misma y hasta de mi sombra, creo que haré otro ejercicio de olvido y tiraré por la borda todo aquéllo que me quite el sueño y emborrone mis amaneceres, aunque no es precisamente la situación de Ferrari lo que me quita el sueño, lo que me hace despertar en mitad de la noche buscando agarrarme a cualquier cosa en mi caída al vacío.No, eso no me quita el sueño ni la tranquilidad, pero me recuerda que estamos en un mundo tan loco, tan loco, que nos hace perder el rumbo muchas veces hasta que nos damos cuenta de que estamos todos dentro de un pequeño espacio del que no podemos salir sin pedir dos huevos duros.Nos espera una nueva temporada de F1, y a Ferrari le espera un gran trabajo de reestructuración completa que, en mi opinión, no debe consistir en la apelación a un "Salvador de la Patria Rossa", ni en la resurrección de un pasado más laureado y sus viejas glorias. Si todavía no se han dado cuenta de cuál es el camino les esperan largos años de convivencia en la sombra de un camarote demasiado estrecho para la convivencia.Pero ya dije que eso, ni nada, me quitará el sueño.