El otro día publicábamos un post titulado ¿Vas sobrado de tiempo?, en el que reivindicábamos la necesidad ser nosotros los que dominamos el tiempo y no que el tiempo quien nos domine a nosotros… Dicho en plata: quien no tiene tiempo es un esclavo (merece la pena leer el libro El vendedor de tiempo: una sátira del sistema económico, de Fernando Trías de Bes).
Hoy quiero detenerme en otro asunto que considero también muy importante: la lectura. Algunos estudios revelan que el 60% de los españoles confiesa que no lee nada. En muchos casos se argumenta –como casi siempre– la falta de tiempo; pero ya sabemos que siempre hay tiempo porque la vida es una cuestión de prioridades, tú decides, eres libre y no culpes a nadie. También se pueden aprovechar muchos tiempos muertos (esperas) y en transportes tanto en viajes más largos (avión) como más cortos (tren o metro).
Durante un encuentro en Barcelona, Alfons Cornella, un tipo multidisciplinar al que podéis seguir en Infonomia (ver post Alfons Cornella: desaprendo, luego existo) me decía: "Cuando los directivos y empresarios me dicen que no tienen tiempo a leer les digo que a qué dedican el tiempo. Si dedicas el tiempo a reuniones sin sentido, comidas interminables, etc., estás perdiendo el tiempo. Hoy estar enterado de lo que ocurre en el mundo es imprescindible para funcionar y para ello habría que dedicar más tiempo a tener una foto más clara del mundo. Cuanto más lees, más sabes y mejor seleccionas. Hay que dedicar más tiempo a leer y más tiempo a comprender".
En mi libro Who´s Who en el Management español ya dedicamos unas cuantas líneas a esta cuestión: la lectura como fuente de ventaja competitiva. Allí recogíamos las palabras de José Antonio Marina quien nos recordaba que "la calidad de vida depende de la lectura", porque como nos advierte Federico Mayor Zaragoza, "ciudadano que lee, ciudadano más culto, más libre, y más responsable. La lectura es esencial para facilitar la transición desde una cultura de fuerza, de imposición y de violencia a una cultura de tolerancia, entendimiento, de diálogo y de paz".
El otro día Pilar Jericó (@pilarjerico) en su post Aprender es una actitud recogía las palabras de Vargas Llosa en su discurso en el Premio Nobel de Literatura: "Leer es la cosa más importante que me ha ocurrido en mi vida". Otro escritor conocido, Aldoux Huxley, apuntaba igualmente: "Todo hombre que sepa leer tiene en su mano el poder de mejorar, multiplicar las formas en que existe, hacer vida plena, significativa e interesante".
Da la impresión, aunque no estoy seguro del todo, de que los jóvenes leen menos (¿o será que leen diferente?). El hábil Mingote, en uno de sus ingeniosos dibujos, relata sutilmente esta realidad. Un niño recibe un regalo de su padre, y al abrir el paquete dice: "Me ha engañado, me había prometido un regalo y lo que me trae es un libro".
Un vídeo parecido sobre esta cuestión lo dejamos hace algunas semanas en twitter (después de Reyes), cuando un niño abre los regalos de reyes y ve que le han dejado libros: menudo berrinche se coge. Lo dejo:
Desde mi punto de vista leer es casi como respirar. La comida es el alimento del cuerpo y la lectura es el alimento del alma. Sirve para tomar perspectiva, contemplar otros ángulos, divertirse, tomar conciencia de muchas cosas, y otros muchos beneficios. Además, esa lectura debería ser transversal, contemplar diferentes ramas del saber –historia, psicología, economía, política, filosofía… que se retroalimentan unas a otras y nos aportan inputs muy interesantes.
Y tú directivo, ¿lees o no lees?... Igual que dije el otro día que quien sólo trabaja acaba trabajando peor, creo también que quien no lee –con independencia del formato– también acaba trabajando peor.