Alegoría de la pintura, c.1639, Giovanni D. Cerrini
Pinacoteca Nacional (Bolonia, Italia) - Fuente
El arte, como hoy lo consideramos, es antiguo. Quizás, tanto como el propio hombre. La arqueología ha recuperado restos que nos pueden indicar alguna actitud estética de nuestros antepasados más pretéritos. Sin embargo, es un asunto de gran complejidad tratar de delimitar un concepto tan ambiguo, de unos límites tan imprecisos, como el de arte o el de objeto de arte. De hecho, algunos historiadores del arte han planteado dudas acerca de la caracterización de determinados objetos como artísticos. Básicamente, insisten en nuestra persistencia en denominar algunos útiles como artísticos cuando en su primigenia concepción quizás no fuesen tenidos como tal. Las primeras apreciaciones en torno a la cuestión artística surgen en los escritos de los clásicos de la antigüedad grecorromana. Sin embargo, la pre - institucionalización del término habría de esperar, de forma plena y consciente, al renacer humanístico, localizado geográfica y cronológicamente en la Italia del siglo XV y del XVI.
Si se insiste en la oscuridad que supusieron los siglos medievales, también es cierto que en ese largo periodo determinados centros conservaron muchos testimonios de la Antigüedad clásica fundamentales para entender el nuevo humanismo del siglo XV. Este es el caso del tratado que sobre la arquitectura fue redactado por Vitruvio poco antes del cambio de Era y que estaría llamado a convertirse en modelo, en exceso dogmático, de un nuevo género en torno a la teoría y la práctica de la arquitectura en la Italia del Quattrocento. Este era un eslabón más en un proceso de revolución social que afectaba al mismo centro de la actividad artística: la consideración y ennoblecimiento de la práctica artística por encima de la manualidad supuesta en el quehacer del artesano. En ese proceso, el de proporcionar una estructura teórica e intelectual a la labor artística, es fundamental el desarrollo de la tratadística durante el siglo XV y XVI en Italia y su posterior expansión por el resto del continente. Otro aspecto a considerar es la aparición de textos dedicados a la vida y obras de los artistas de renombre que, en esos momentos, se desperezaban y abandonaban el oscuro anonimato medieval para ocupar los nuevos altares que se estaban erigiendo en nombre de la genialidad creativa del artista.
Autorretrato, 1550 - 1567, Giorgio Vasari
Galería de los Uffizi (Florencia, Italia) - Fuente
Vasari publica por primera vez sus famosas Vidas de los más excelentes arquitecturas, pintores y escultores italianos en 1550, creando así un modelo canónico que con el tiempo se había de convertir en fundamental para situar las bases de una etapa pre – historiográfica en el campo de la historia del arte. Centrado en los artistas de la ciudad de Florencia, narraba las vidas de estos nuevos héroes, figuras que debían despertar la admiración pública, personajes casi legendarios cuyas hazañas rozaban, en ocasiones, lo meramente anecdótico o lo legendario increíble. El objetivo era encumbrar a unos conciudadanos cuyas glorias redundaban en el mismo triunfo de Florencia y sus gobernantes. El progreso que conllevaba la Edad Moderna favoreció la propagación de este modelo de mitografía artística. En la mayoría de las cortes principescas italianas, literatos y poetas, incluso los mismos artistas, se lanzaron a la aventura biográfica tratando de cantar las alabanzas y glorias propias para superar las narradas por Vasari. En unos casos, tratando de situar lo propio frente a lo ensalzado por Vasari; en otras muchas ocasiones, para paliar las lagunas observadas en las Vidas del florentino. De la misma manera, ese proceso se extendió al resto de Europa en un proceso de largo recorrido: en Holanda habría que destacar a van Mander; en Alemania a Sandrart; en Francia, a instancia de los poderes oficiales, estudiosos y escribientes se lanzan con pasión a cantar las bonanzas del país tratando de lograr la justa estima a lo que en ese momento se producía en el país; y así tantos ejemplos como estados y naciones donde se comprendió la grandeza, y sobre todo el poder, del arte. En España, Pacheco, maestro y suegro de Velázquez, compone un teórico tratado que incluye biografías de artistas, y habría que esperar ya al siglo XVIII para la magna obra de Palomino…
El archiduque Leopoldo Guillermo
en su galería de pinturas en Bruselas
1651 - 1653, David Teniers
Museo del Prado - Fuente
Pero, sin duda, una de las consecuencias más persistentes de las Vidas de Vasari ha sido la consagración de un concepto de arte que todavía habría de madurar durante dos siglos hasta lograr su plena institucionalización. Su obra se concibe, según consta y ha permanecido, como una de las primeras que entiende la autonomía del arte como campo con entidad propia como para exigir un tratamiento individualizado frente a otras manifestaciones culturales, sociales o políticas. Es Vasari, tomando como fuente biográfica y literaria a otros autores menores que ya percibieron el papel del arte en esa sociedad italiana del siglo XV, el primero que comprende que el artista es un personaje singular, un genio creativo que merece el cuidado y la admiración de la sociedad a la que sirve. Al fin y al cabo, su trabajo revierte de forma consistente en esa propia sociedad. Por eso, las Vidas adquieren la forma de relatos de heroicidades y grandes hazañas, siempre considerando las aficiones y gustos del escritor.Vasari escribe las primeras líneas de una disciplina de gran repercusión. Es el pimer eslabón de una gran cadena que, en la actualidad, sigue generando una amplia bibliografía que ha sabido adaptarse a los tiempos y a las circunstancias específicas de cada espacio y momento que ha tenido que recorrer. De momento, la historia del arte es una asignatura que, a pesar de que algunos se empeñen en hacerla morir una y otra vez, no ha acabado y probablemente no tiene punto final.Luis Pérez Armiño