Madrid, 2016 (antes de entrar en el año del Mono de fuego)¡Escuchen, Ciudadanos de Nova: El paraíso que les prometen es una letrina!William Burroughs
Danzad, danzad, malditos...
Se ha dicho que El Bufón, la carta sin número del Tarot (Le Fou), es la cara oscura de El Emperador, la carta cuatro que personifica al Tetrarca, “el señor de este mundo”. Ya Cirlot manifestaba inquietud ante la deriva tergiversadora en línea de inversión sistemática y permanente que de la simbología tradicional realizaban tanto la propaganda como el marketing; hoy auténticos pilares de configuración y reestructuración de los imaginarios sociales vía banalización, combinatoria permanente de sonidos e imágenes y la consiguiente y previsible irradiación sobre las muchedumbres de todo tipo de suplicios psíquicos disfrazados de legítimos potenciadores del deseo. Apocalipsis que nunca llegan, pues; aunque también podríamos decir: danzad, danzad, malditos…En una sociedad entregada a un carnaval permanente y virtual, y por lo tanto al nihilismo inveterado y a la vigilancia perpetua, de la cual Internet es sólo una muestra, le corresponden determinados modos de expresión que tratan de captar como mercancía, todo lo es ya en el ámbito cultural, inquietudes e intensidades que en otros espacios serían materia apropiada para lo religioso, lo inquisitorial, lo periodístico, lo lúdico dionisíaco o el peculiar ámbito de lo paranormal y lo oculto íntimamente ligado, desde sus comienzos, al espionaje y a la criptocracia. lo paranormal y lo oculto convertidos en una industria¿Pero qué otra cosa se puede pedir en un mundo donde la primera potencia económica y militar del planeta está gobernada en secreto, como convincentemente nos comenta la Iglesia de los Subgenios en traducción de Pablo Argente: por desgarbados, increíbles, innombrables e impensables OBJETOS?Nuestro país ha conocido un espectacular y muy rápido desarrollo en el tratamiento de estos materiales que en otras latitudes se han manifestado en su momento con muy otros diversos formatos y enfoques. De una prohibición de corte religioso, sancionada por un poder político más o menos confesional, pensemos en la persecución inquisitorial de bailarines que tuvo lugar por la Suprema en 1778 en Madrid y de la que da cumplida información Vicente de la Fuente en este número, paulatinamente fue pasándose a un ámbito periodístico especializado que abarcaba desde lo más culto a lo abyectamente popular y masivo. La llegada de la televisión consagró un tratamiento netamente espectacular de los fenómenos; sin obviar que antes de la Guerra Civil, como me expuso una amiga que sabe de esto, estas cuestiones se vinculaban muchas veces con aspectos políticos y sociales que eran vividos con una seriedad y un rigor sobresalientes, no exento a veces de fanatismo, por parte de muchos de sus usuarios. En el transito entre el enfoque, en gran medida literario y psicológico, de Jiménez del Oso y la era de Cuarto Milenio, con el inevitable Iker y su “realismo mágico populista”, se han perdido muchas cosas y ha vencido Vodafone Apple.También lo paranormal y lo oculto se han convertido en una industria, en el mismo país donde la extrema izquierda se asimila, con relación a la socialdemocracia y sus valores, a lo que eran los grupos ultraderechistas en la etapa final del franquismo en su imbricación con las agencias policiales y de seguridad. Precedente de esta sensibilidad, proclive a lo gansteril y rufianesco, común a ambos extremos del espectro, encontramos información en el articulo de Vicente de la Fuente sobre la “Partida del Trueno” donde se habla de “protohooligans”, tan significados por su posteridad, como lo fueran Espronceda o Larra. O en el interesante, aunque breve boceto, sobre la muy apostólica e inquisitorial asociación secreta decimonónica El ángel exterminador.
Producto de una visión del mundo errónea, que se manifiesta claramente en la frase de Alexander Kluge, el estado natural es la ideología, los sueños… convocada como realidad en gran medida por titiriteros del establishment mediático en USA que no dudaron en introducir “la tele intimidad de la muerte y la destrucción en el frente interno”… es decir: basura en millones de mentes inermes dotadas de sensibilidad. Palabras de Susan Sontag que no saca las conclusiones correctas sobre su precisa aseveración, inevitable en la intelectualidad académica izquierdista norteamericana que rezuma una ignorancia y una mala fe manifiesta que, con el paso del tiempo, resulta cada vez más chirriante. Cuando hablemos de sueños que sean los de cada cual no ensoñaciones heterodirigidas y compartidas como el opiáceo revolucionario, no menos dañino que el religioso o político establecido.De la masa a la melaza bípeda o multitud, materia donde se siembran las nuevas religiones (o la reactivación no menos programada de las viejas) y las tiranías, en la cual agentes provocadores con las manos manchadas de sangre, como el profesor Negri y otros, colaboran aviesamente con las agencias de seguridad vinculadas a la OTAN y reciben el aplauso de numerosos autodenominados “izquierda seria”. Por eso cuando se dice: que venga, que venga el tiempo que apasiona de lo que se habla es de espionaje, no de ilusiones. Las masas no se han rebelado jamás sino que han sido impulsadas a sus conductas, admirables o temibles según los maestros cantores, por estímulos sugeridos por ciertas minorías; ni tan siquiera en los pánicos que provocan los incendios en los teatros se dan reacciones unánimes o "espontáneas" por ello, las aseveraciones anarquistas o ultra liberales sobre la espontaneidad como intangible (de mercados o de revueltas), resultan risibles en cuanto uno aplica el zoom y deja de usar los conceptos para integrarse cómodamente, en clave de Narciso, en la conveniente charla de café o asamblea. Esperando la próxima insurrección significa: aguardando órdenes de ComandanCIA.
De ahí la similitud entre los fundamentalistas musulmanes y los más violentos hooligans sin obviar el increíble éxito que este cabalístico deporte que es el fútbol, introducido en España por la Institución Libre de Enseñanza con finalidades pedagógicas, tiene en los países de altavoz y minarete. Leer a Ben Morea es leer un borroso apunte confeccionado por agentes de desinformación para un cursillo acelerado de intervención Made in USA: Mother ”pollas” pues…
En un mundo donde los artistas son gente que “hace cosas” o “consiguen bolos”, es decir son meros asalariados de las organizaciones empresariales intelectual y estéticamente más toscas (editoriales, grupos mediáticos, galerías de arte etc.) como muestra un alto porcentaje de sus “creaciones”, sin referencia a la belleza o al conocimiento, donde residen el humor y el temblor, y sin considerar la excelencia o el ingenio, dando prioridad al onanismo o a lo político, la producción artística masiva de corte postmoderno es poco más que un conjunto vacuo y mutable de modas productor de kippel. El artista es ya un funcionario, incluso el más precario, que trabaja la mayor parte de su tiempo como mediador inmediato e inconsciente de los Titiriteros. De la religación al control mental y de las masas movilizables a los cadáveres galvanizados por el uso de las tecnologías más aviesas, cutres y difundidas de comunicación, convirtiendo en apoteosis permanente de simulacros un mundo cada vez más inhumano, despreciable e inabarcable. Pero todo con buen rollito, auto indulgencia plena, conciencia activista y verde y continuo reciclamiento de materiales. Un imaginario reescrito día a día por una Máquina de máquinas con unos cuantos millones de monos imbuidos de su “excepcionalidad” dándole a la tecla y a muchas otras cosas. Todo bajo el eslogan vacuo: demoliendo la estación central. Con razón Jean-Pierre Melville, honesto gaullista, detestaba a los “niños de papá” que inventaron la nouvelle vague…Y esto es lo que ocurre cuando se vive más allá del fin del mundo obviando que este “fin” está inscrito en sus comienzos y que su intencionada intercepción (por retardo o aceleración) genera una pesadilla de aire acondicionado enmarcada en una fragilidad permanente. Donde es posible reciclar una y otra vez, cada vez con menos sentido y de modo simulacral, por ejemplo los setenta…
Este es el escenario general en el que todo se ha convertido en escenario, donde todo se muestra en perpetua transparencia para mejor impedir percepción alguna generadora de convicciones propias y de acción eficaz alguna. Donde nada tiene solidez y los borregos se exaltan con ello como si hubiesen conquistado con sus berridos serviles (“podemos”) y su pasividad espectracular (dando a la tecla o montando en bicicleta como los esclavos del maoísmo) un espacio de libertad casi absoluto con relación a las pérfidas jaulas de barrotes visibles de un lejano, desconocido e insoportable pasado. Y es desde aquí desde donde creo que hay que entender como un todo este primer número de El agente provocador donde conviven lo asombroso, la política y la cultura pop. El agente provocador es un artefacto editorial muy atractivo donde lo dorado y lo negro se combinan con armonía y, como nos tienen acostumbrados Bea y Servando (¡benditos sean!), donde la estética resulta convincente y agradable. Bajo el significativo epígrafe: Apocalipsis que nunca llegan la publicación de descompone en cuatro partes cada una de las cuales comprende distintas aportaciones: “Espionaje”, “agentes encubiertos”, “infiltración” y “de la provocación a la revolución”. Más de veinte colaboraciones en las que se comprenden aspectos artísticos, conspirativos, históricos, literarios, musicales y esotéricos muy variados. Lo importante es extraer su lectura del contexto ideológico-mercantil que la sociedad española, quizás muchas otras también, en este momento fomenta. Cosa muy difícil por estar diseñada la publicación para un segmento muy concreto de público (“una gran minoría”), como lo puedan estar: El gato al agua de Intereconomía, la protocolaria “Babelia”, Gran Hermano de su “cadena amiga” o El estado mental. Pero esto resulta ya inevitable en una sociedad fragmentada para mejor dominar a sus usuarios. Una sociedad donde se han alcanzado cumbres abismales en el refinamiento de las tácticas de inducción a la disidencia controlada. Esta fragmentación de corte mercantil que ya no se refiere a ideologías, ni tan siquiera a posicionamientos políticos o sociales salvo como rictus de marca, es lo que hace incomodo abordar lo que se sale del marco de la propia tribu o de la radical idiosincrasia narcisista que se ha multiplicado exponencialmente en los últimos años con el uso y abuso de las redes sociales o las imbecilidades mistificadoras procedentes del 15M (spanish revolution); por poner algún ejemplo.
Me han gustado especialmente La Muette, el poema anónimo Juana la valerosa o el texto de Juan Mari Barasorda sobre los cabarets noirs y criminales del París del siglo XIX y, claro está, Pseudociencia en Nazilandia texto supuestamente debelador del ocultismo nazi escrito para desinformar sobre la cuestión desde la perspectiva de un miembro, obviamente secreto, del Vril. El artículo sobre el camino rojo y “el brujo” a quien consultaba William Burroughs es delicioso por lo bizarro, siempre y cuando uno no deje de percibir el aroma de Cuarto Milenio en eso del Espíritu Feo y los socorridos “navajos”. A veces el Emperador está desnudo y hay que mencionarlo; para una desmitificación ingeniosa y reciente de Burroughs confrontar el articulo sobre La habitación número 9 escrito por Antonio Dyaz en El estado mental.Si hacemos una lectura inteligente de la publicación aprovecharemos muchas cosas aunque no será fácil dado que habitamos ya en un supuesto universo pos ideológico (a pesar de la nube de piojos de la secta “podemita”), intensamente ideologizado en lo subconsciente, donde se da prioridad a la sensología y al diseño post humano que la convoca más que a la realidad, inmensamente rica e imprevisible, que tanto aflige a los fanáticos de todo tipo e manera. Es decir: el punto de llegada tras el vendaval de simulacros que tanto la cultura alternativa como la masiva producen en alegórica confusión y sucesión es Distopía. Vivimos ya una sociedad basada en tropismos y guiada mediante técnicas propias, más de sonámbulos que de bichos conscientes. De ahí la prioridad de la inteligencia emocional, de lo verde o de la empatía y la cantilena contra el ego musitada con megáfono por auténticos y avasalladores personajes proclives a la exposición permanente en la garrafa mediática establecida.Y sí, estoy diciendo que los artistas sin saberlo (los que lo sabían han muerto) dirigen en gran medida los destinos del mundo por frecuentar y modificar (muchas veces más bien mortificar) el imaginario de la sociedad en que habitan.
Cuando la sociedad se desplome, queridos, lo hará sobre vuestras cabezas, no os quepa duda, esto es lo que más temían los celtas pero también ellos se han ido a la Isla de las Manzanas; ¿serán capaces de llegar hasta allí los agentes provocadores?La Felguera, 2016
Compra onlineFrank G. Rubio