Sant Jordi es la versión catalana de St. George, que mató a un dragón para rescatar a una princesa. En Cataluña se celebra junto con el día mundial del libro: tradicionalmente a los hombres se les regala un libro y a las mujeres una rosa (o una rosa y un libro). Me encanta este día: las calles se llenan de tenderetes de libros y se siente el olor de las rosas por todas partes. Y antes, Sant Jordí me caía super mal.
Matando a un dragón para rescatar a la princesa
Dice la leyenda que había un reino que se estaba atemorizado por un dragón. Para conseguir estar en paz con el dragón, cada cierto tiempo había que entregarle una doncella para que el dragón la devorara. Cuando llegaba el momento , se hacia un sorteo entre las jóvenes de la ciudad, para saber quién sería entregada. En el sorteo, todas las chicas eran iguales, es decir, se sorteaba desde la hija del hombre más pobre hasta la hija del rey.
Y un día le tocó a la princesa. Desesperado, el rey hizo correr la voz de que se buscaba a alguien que pudiera rescatar a su hija. Cuando ella ya se dirigía hacia la cueva del dragón, intervino el caballero Jordí, matando al dragón y regalándole una rosa que salió de la sangre de este a la princesa. Así termina la historia. Y desde siempre me he preguntado: ¿por qué Jordí no actuó antes?
Del valor de una princesa
Si todo un reino se veía amenazado por un dragón, me imagino que el caballero Jordi conocía la situación. Mi sentido de justicia se remueve por que esperó a que fuera la princesa la ofrenda para el dragón para decidirse a actuar. ¿Este señor no tenía piedad por la hija de la panadera o la hija del sastre? ¿Tenía que esperar a que fuera un padre rico que le pudiera recompensar debidamente por su acción? Que injusticia por lo que respecta a todas las otras chicas que fueron sacrificadas sin más, para tranquilizar al dragón. O quizás Jordi simplemente tenía sus prioridades muy claras: matar a un dragón también tiene sus riesgos.
Los riesgos de atacar a un dragón
Jordi mató al dragón, de lo contrario no habría leyenda. Enfrentándose a este dragón, Jordí no podía saber si iba a vencerlo, o si el dragón iba incorporarle como segundo plato en su cena. Lo arriesgó todo (¡su propia vida!) para conseguir el objetivo de rescatar a la princesa. Independientemente de si lo hizo de una forma premeditada (dejando morir a las otras chicas), o si simplemente aprovechó la ocasión (ya que era la princesa… a por ello), comparando el esfuerzo y el riesgo, valía la pena. No iba a enfrentarse a un dragón por puro placer.
¿Qué es tu princesa? ¿Y qué arriesgarías?
Hoy en día ya hay pocos reinos por conquistar y tampoco quedan demasiados dragones. Sin embargo la determinación del caballero Jordi todavía nos puede servir de mucho. Si la princesa (tu objetivo, tu proyecto) vale la pena, tendrás que enfrentarte al dragón (tu miedo, tu frustración, tu falta de organización) para conseguirlo. Si por lo contrario el objetivo no es tu prioridad, es mejor dejar que otro caballero se encargue. Y cuando te enfrentas al dragón, recuerda que la probabilidad de que te mueras en el intento es muy pequeña. Lo peor que te puede pasar es que hayas aprendido algo.
¿A qué dragón te enfrentarás hoy?
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Imagen: kizette / flickr