Revista Opinión

Ya no soy España

Publicado el 09 noviembre 2014 por Carmentxu

Ya no soy España. Fui a votar esta mañana. Después de mucho barruntar si iba o no. Si iba y, una vez allí, votaba o no. Si votaba sí, si votaba no… Pero fui. Voté. Y con ese pequeño gesto dejé de ser española. El SI-SI era redundante.

Ha sido más fácil y rapido de lo que nunca hubiera imaginado. Sin traumas, sin rencores ni victimismos. Ha sido una pequeña pero efectiva descarga de democracia en vena, y a través de ellas, sentirla fluir hasta los órganos vitales y activarlos: corazón, cerebro, hígado, riñones… Es natural. Como seguir una dieta sana sin excesos y ponerse a andar, marcarte un pequeño trayecto como objetivo, leer (en este caso la papeleta), escoger, agudizar la vista y la puntería. Ya está.

Mi colegio electoral, esta mañana. Nunca había estado tan lleno.

Mi colegio electoral, esta mañana. Nunca había estado tan lleno.

Y es entonces cuando dejas atrás, aunque solo sea por un momento, a la España rancia de mayorías sordas y absolutas compuestas por un elenco de ineptos e incapaces, que se aprovechan de lo público al tiempo que lo desprecian y arruinan, de prepotentes que se creen que la calle y la poltrona son suyas y que olvidaron hace tiempo para qué están ahí (quizá nunca lo supieron porque los suyos tampoco se lo dijeron), de sobres en negro como el alma de los que los dan y los toman.

En democracia, lo normal es votar. Sin aspavientos, con naturalidad. De eso se trata.  Y no es un órdago. Ni debería ser un circo, aunque se le parezca bastante. Y con todo, nos manipulan unos y otros como lo han hecho hasta ahora. Ser masa tiene estas cosas. Pero el objetivo no era este. Solo se ha desatascado una cañería y ha empezado a fluir algo de aquello que solíamos llamar democracia.


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