Escritora, periodista y profesora universitaria. Es directora de la plataforma de formación académica en comunicación y gastronomía The Foodie Studies y autora de las novelas El Chef ha muerto (2011) y No hay trabajo bueno (2013) y del libro de relatos ilustrado Noches sin sexo (2014). Ha participado en la elaboración de El mundo del vino de la editorial Larousse (2013) y ha colaborado con el cocinero Paco Roncero en la escritura y creación del libro Correr, cocinar y ser feliz (2014) publicado por Ediciones B.
Es fundadora del fanzine gastronómico enCrudo y ha colaborado como columnista en la Cadena Ser, así como en los periódicos El Mundo, El País y Público y en las revistas nacionales Sobremesa, Spain Gourmetour, Distribución y Consumo y El Gastronómico y en las internacionales Status (Brasil) y Mundo Gastronómico (México).
Fue responsable de la información gastronómica en la Agencia Efe durante nueve años y ha sido profesora universitaria en el Centro Universitario Villanueva, en la Universidad Camilo José Cela y en la UCM, donde fundó el Curso de Experto en Periodismo Gastronómico y Nutricional.
1.- Literatura y gastronomía. ¿Qué tienen en común?, ¿por qué es importante divulgar y fomentar ambas especialidades como un binomio? Desde los comienzos de la literatura con la epopeya del Gilgamesh existen referencias a la gastronomía. Comer forma parte de un hecho cultural social que de una manera u otra aparece reflejado en la literatura. 2.-Este año en Madrid, se ha celebrado por primera vez el Festival Archigula, que conjuga literatura y gastronomía. ¿Tuviste la oportunidad de acudir?, ¿qué autores participaron? Es una iniciativa fantástica de APunto y el momento más emocional fue el del recuerdo de Maruja Torres dedicado a Manuel Vázquez Montalbán, el autor que nos enseñó mucho de gastronomía a los españoles durante la Transición a través de sus novelas protagonizadas por Pepe Carvalho. 3.-El Chef ha muerto se publicó en 2011, No hay trabajo bueno en 2013, la antología de relatos Noches sin sexo, en 2014. ¿Qué le lleva a una profesora, periodista y profesional de la gastronomía a ser escritora?, ¿cuándo comenzaste a interesarte por la escritura y por qué? Yo soy escritora. Enseñar es compartir experiencias y ser periodista, una forma de ganarse la vida, ahora mismo, ya no tan buena. 4.-El Chef ha muerto es novela negra. ¿De qué trata? ¿Crees que este género y la gastronomía han estado siempre relacionados? El investigador privado Ven Cabreira tiene que esclarecer las circunstancias de la muerte del mejor cocinero del mundo, que apareció asfixiado por la ingesta de pulpo vivo en una isla de Corea del Sur (un plato tradicional coreano). En su búsqueda de sospechosos viaja a los mejores restaurantes de Europa haciéndose pasar por un inspector de la guía Michelin, aunque Ven es un tipo que sólo se alimenta de fabada enlatada. En la novela negra clásica se bebe más que se come, pero siempre ha existido una estrecha relación. En los últimos años se ha dado un paso más allá con la aparición de un subgénero: novela negra gastronómica. Desde la aparición de El Chef ha muerto, a finales de mayo de 2011, han aparecido nuevas novelas negras gastronómicas como Fabada a muerte en Cocina Fusión de Falsarius Chef y Gran soufflé de Lola Piera. También con un tinte futurista se encuentran Los insaciables de Jakob Gramss y El vasco que no comía demasiado de Óscar Terol. La última que se suma a este lío gastronómico literario es El aroma del crimen de Xabier Gutiérrez. 5.-¿Podrías recomendarnos una tapa para degustar El Chef ha muerto mientras leemos? Cada capítulo de la novela tiene el nombre de un plato y muchos lectores han propuesto la receta, pero por ejemplo podrían ser unas fabes con pulpo en su tinta. Es una receta de Rafa Prades y la grabamos para un programa piloto de literatura y cocina con Juanjo Castro: 6.-La literatura está plagada de extractos culinarios y gastronómicos. ¿Podrías citarnos algunos ejemplos de las novelas más características? Hay muchos, desde un clásico como Pérez Galdós, que en Misericordia hace un retrato de la pérdida de la clase media a finales del siglo XIX tomando como protagonista y ejemplo a una cocinera o a otro clásico como Joyce que describe a su personaje principal en Ulises de la siguiente manera:
“El señor Leopold Bloom comía con deleite los órganos interiores de bestias y aves. Le gustaba la sopa espesa de menudillos, las mollejas, de sabor a nuez, el corazón relleno asado, las tajadas de hígado rebozadas con migas de corteza, las huevas de bacalao fritas. Sobre todo, le gustaban los riñones de cordero a la parrilla, que daban a su paladar un sutil sabor de orina levemente olorosa”.7.-Has viajado mucho, Japón, Estados Unidos, México... ¿qué escenario es el más evocador para crear una novela donde se conjugue la gastronomía y el género negro? Cualquiera es válido, solo hay que escribirlo de forma seductora. No obstante, tengo muchas ganas de poner como escenario a una de mis novelas negra gastronómica la ciudad de Bangkok, como homenaje a Manuel Vázquez Montalbán. 8.-¿Qué plato asociarías a una novela que te haya dejado un mal sabor de boca?, ¿y una novela que se asocie al sabor umami? Algo quemado. Murakami es umami puro.
umbra.org
9.-¿Qué novela te parece un postre y por qué? La sonrisa etrusca de José Luis Sampedro porque es dulce como el enamoramiento al final de una larga vida. 10.-El 30 de abril presentaste en Santa Cruz de Tenerife la antología Noches sin sexo. ¿Qué podemos encontrarnos en este libro? Relatos breves y microrrelatos muchos de ellos inspirados en momentos gastronómicos en los que el humor negro está muy latente. 11.- Por último, ¿qué novela nos recomendarías que nos aportara un sabor salado?, ¿y agrio? Las mejores novelas, como las mejores comidas ofrecen un equilibrio entre los cuatro sabores primarios: dulce, salado, ácido y amargo, además del umami, que es el quinto sabor. Un plato completo es el que conjuga esto con diferentes texturas, una novela, lo mismo. El chino de Henning Mankel, lo tiene todo, pero también otras muchas novelas más, clásicas y contemporáneas.Gracias por el menú literario que nos has ofrecido, Yanet. Nunca está de más brindar con un buen vino para inaugurar nuestra próxima lectura.