Revista Cultura y Ocio

Yasmina Reza y su admirable 'Arte'

Publicado el 26 abril 2010 por Deperez5

“Arte” es una formidable obra teatral de Yasmina Reza, estrenada en París en 1994, traducida a 35 lenguas y consagrada como la obra de autor vivo más representada del teatro mundial.
La historia comenzó a gestarse cuando un amigo dermatólogo de Yasmina Reza pagó 200.000 francos por un cuadro que era una tela blanca, hecho que ella consideró cómicamente absurdo y que los envolvió en una previsible e instructiva discusión.

 

La anécdota le sirvió a Reza para dibujar el nudo argumental de “Arte” y explorar, a partir de la compra de una “mierda blanca” firmada por el famoso artista Antrios, las tensiones y rivalidades subyacentes en las relaciones entre tres amigos: el dermatólogo Sergio, entusiasta defensor del arte conceptual, el acomodaticio Iván, un modesto empleado que tiende a concordar con su interlocutor del momento, y Marcos, un ingeniero racionalista y escéptico, convencido de ser la figura más lúcida del trío, y profundamente decepcionado cuando Sergio adquiere el cuadro.

 

Además de indagar con sagacidad e indudable interés humano los supuestos y las rivalidades que sostienen y definen las relaciones entre los tres amigos, Reza se prodiga en diálogos que tienen un sabor especial para los amantes de la pintura, porque descubren una y otra vez el sinsentido, la soberbia y el irracionalismo del arte conceptual.
El siguiente tramo destaca el recurso a una supuesta sabiduría secreta que permite descalificar a los objetores del arte conceptual, aplicándoles el epíteto de ignorantes:

 

Sergio: A ti no te interesa la pintura contemporánea, jamás te ha interesado. No tienes ningún conocimiento en ese campo, ¿cómo puedes afirmar que tal objeto, obedeciendo a unas leyes que ignoras, es una mierda?
Marcos: Es una mierda, lo siento.

En otro pasaje se alude a la frecuentada justificación de objetos absurdos o banales como “reflexión” o “proceso”:
Iván: Yo no soy tan severo como tú. Es una obra, hay una reflexión detrás.
Marcos: ¡Una reflexión!
Una reflexión.
¿Y cuál?
Es el resultado de todo un proceso…
¡Ja, ja, ja!
No es un cuadro pintado al azar, es una obra que se inscribe dentro de todo un recorrido…
¡Ja, ja, ja!
………………..
Ríe, ríe.
¡Una reflexión detrás de todo eso! ¡Lo que tú ves es una mierda, pero tranquilízate, porque hay una reflexión detrás…! ¿Tú crees que hay una reflexión detrás de ese paisaje? (Señala el cuadro colgado en la pared de su casa, un convencional paisaje). ¿No, verdad? Suficientemente evocador, suficientemente explícito. ¡Todo está en la tela! ¡No ha habido ninguna reflexión!

Tampoco falta la alusión al artista como una divinidad inatacable y puesta más allá de la falibilidad humana:
Marcos: ¿Lo vas a enmarcar?
Sergio: (Riéndose amablemente.) ¡No! No, no…
¿Por qué no?
No se debe.
¿Ah, no?
Es voluntad del artista. No se debe delimitar. Ya tiene un contorno… Ven, acércate, ¿Lo ves?
¿Es un esparadrapo?
No, es una especie de papel Kraft, confeccionado por el artista.
Es divertido que digas el artista.
¿Qué quieres que diga?
Dices el artista como podrías decir el pintor, o bien… ¿cómo se llama…? Antrios…
¿Y?
……………………….
Dices el artista como una…. Como una entidad intocable. El artista…. Una especie de divinidad….
Es que para mí es una divinidad. No creerás que iba a dilapidar esa fortuna en un vulgar mortal.

Luego, la legitimación por el lugar donde la cosa se exhibe:
Sergio: El lunes estuve en el Reina Sofía. ¿Sabes cuántos Antrios hay en el Reina Sofía? ¡Tres! ¡Tres Antrios! ¡En el Reina Sofía!

Y no podía faltar el atributo supremo del arte contemporáneo: la contemporaneidad:
Sergio: ¿Pero quién eres tú, Marcos? ¿Quién eres tú para imponer la ley? Un tipo que no aprecia nada, que detesta a todo el mundo, que se enorgullece de no ser un hombre de su tiempo…
Marcos: ¿Qué quiere decir ser un hombre de su tiempo?
…………………………..
Un hombre de su tiempo es un hombre que vive en su propio tiempo.
Qué gillipollez. ¿Cómo puede un hombre vivir en otro tiempo que no sea su propio tiempo? Explícamelo.
Un hombre de su tiempo es alguien del que se podrá decir dentro de veinte años, dentro de cien años, que es representativo de su época.
¿Y eso de qué sirve?
¿Cómo que de qué sirve?
¿De qué me sirve que digan de mí un día: fue representativo de su época?


Por último, Iván dirime la cuestión del famoso cuadro:
Iván: Mira que llegar a estos extremos... Este cataclismo por un panel blanco...
Sergio: No es blanco.
Iván: ¡Una mierda blanca! Porque es una mierda blanca... ¡Reconócelo, hombre! ¡Lo que has comprado no tiene ningún sentido!

Mi conclusión es que el gran acierto de la obra (¡no se la pierdan!) reside en la inmejorable eficacia del objeto elegido como disparador del conflictivo diálogo entre los amigos: la conjunción de absurdo y estupidez que caracteriza a los productos (de alguna manera hay que llamarlos) del arte conceptual.


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