Cuando hay una noticia relacionada con Cuba se produce un efecto que inevitablemente acaba colgándote alguna etiqueta: o eres castrista o anticastrista. No importa si la noticia es relevante o no porque el efecto multiplicador de los hooligans ya se encarga de que cualquier atisbo de objetividad con lo realmente sucedido se parezca como un huevo a una castaña.
De esta manera, cualquier noticia será filtrada, manipulada y descontextualizada. Se producirán furibundos debates que se alejarán cada vez más del hecho en sí de la noticia y se acabarán cavando las mismas trincheras en las que defender cada uno su verdad. Intereses no faltan.
Antes de ayer murió una persona en una cárcel cubana. Una persona que estaba en huelga de hambre. Y ese es el hecho objetivo. El Estado Cubano no protegió la vida de una persona, que por su condición de preso, tiene la custodia. Un hecho lamentable, rechazable y denunciable.
Y a partir de ahí, de esa violación de los derechos humanos en una persona, cualquier consideración necesitará el contraste de la noticia, para la cual harán toneladas de paciencia para poder descubrir el polvo de la paja, la información y la contra información, la propaganda y la contra propaganda. Y lo que menos importará será la verdad.
Guerra de cinismos en el que el y tú más se lleva la palma y en el que la ausencia de moderación y objetividad es obvia y será utilizada convenientemente para seguir ahondando en las trincheras de la sinrazón.
Yo condeno la muerte de Osvaldo Zapata. Y denuncio al Estado Cubano por la muerte de una persona presa de la que nunca, nunca, había oído hablar.