Revista Psicología

Yo confieso

Por Blogsmtenerife

Yo confieso
Confieso que ya notengo pesadillas relacionadas con el antiguo Manicomio (ya fallecido) en el queempecé a trabajar hace más de 15 años. Ya no sueño con los pacientes de “laparte de atrás” en los que se mezclaban todo tipo de patologías, mejor dicho,de personas, en los que veía figuras borrosas oscuras, ……. en la cama sinhablar, sin mirada, las que caminaban como autómatas, las que se acercaban parapedirte pilas, recogían colillas del suelo para llevárselas a la boca, lasmanos negras, los ojos sin brillo. El ruido al caminar pisando cucarachas, elolor a zotal… Ya no hablo de las guardias del manicomio, apenas las comento conmis amigos y ahora, ya pasada la angustia (los psiquiatras también la sentimos)nos podemos reír de lo que antes nos parecía un infierno. Sí, hemos sobrevividoa los tiempos en que el manicomio era un depósito de indigentes que la policíadejaba en la puerta porque era en el manicomio donde tenían que estar, era así,había sido así durante mucho tiempo, demasiado.Ahora que ya se hamuerto el manicomio, estamos mejor, mucho mejor. Ahora vivimos (y digo estoporque paso un tercio de mi vida aquí) en un sitio más acogedor. Los pacientesingresan y la mayoría se van, salen de aquí, vuelven con sus familias, van aminirresidencias, a pisos tutelados. Ahora ya no trabajo para el manicomio,trabajo para una Unidad de rehabilitación psiquiátrica. Me siento mucho mejorporque ellos, lo que están al otro lado de la mesa también están mejor. Están mejor porqueel edificio que nos acoge a todos ya no es verde, de baldosas, frío, oscuro,impersonal, ahora es “beige”, hay luz, aunque artificial, el ascensor funciona,el patio está más limpio, hay menos gritos, menos contenidos, menos crispación,menos locura. Creo que tiene quever algo los nuevos tratamientos, que también tienen sus pegas peroprecisamente por eso porque los pacientes son capaces de expresarlas y de quejarsede ellas creo que son mejores. Antes se conseguía a veces parar la enfermedad ya la vez parar a la persona. Ahora cuando están fuera pueden ir a talleres a centrosde día y algunos hasta llegan a trabajar. Claro que siempre quedan los detelevisión-cama-café y tabaco. Por eso ahora mispesadillas son otras, ahora sólo tengo que preocuparme por mis pacientes, porsaber un poco más, por aprender de la vida de ellos, de nosotros. Reconocer loque falta y por ayudar a que falte menos cada día para que sean menosdiferentes y más felices, que al fin y al cabo es lo que casi todos buscamosaquí.
M.C.R. (Psiquiatra) 

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