'Yo, Él y Raquel': Amistad, condenada amistad
http://www.muchcine.com/2015/10/yo-el-y-raquel-amistad-condenada-amistad.html Sinopsis Greg es un alumno de último curso de secundaria que evita toda relación humana profunda como forma de atravesar con seguridad el terreno minado social que es la vida de adolescente. De hecho, describe a su mejor amigo, Earl, con quien realiza unos extraños cortometrajes, como alguien ‘más parecido a un colaborador’. Pero cuando la madre de Greg insiste en que le dedique tiempo a Raquel, una chica de su clase a la que acaban de diagnosticar un cáncer, Greg descubre la fuerza y la importancia que puede tener la verdadera amistad.Ficha Técnica Título original: Me and Earl and the dying girl País: USA Año: 2015 Duración: 105 min. Género: Comedia dramática Dirección: Alfonso Gómez-Rejón Reparto: Thomas Mann, Olivia Cooke, RJ Cyler, Nick Offerman, Connie Britton, Molly Shannon, Jon Bernthal Guión: Jesse Andrews; basado en su novela Música: Brian Eno y Nico Muhly
Crítica Esto no es una conmovedora historia de amor. Hay sentimientos, hay un chico y una chica, pero no es una historia de amor. Aquí, el chico ni siquiera quería conocer a la chica moribunda del título original. “Yo, él y Raquel” –bravo por los traductores españoles, una vez más- es una historia de amistad, pero de una amistad incómoda, con la fecha de caducidad que impone una enfermedad como la leucemia. Una amistad condenada a un triste final, por mucho que sus personajes traten de quitar hierro al asunto. En su nuevo y alabado film, y valiéndose del guión del también autor del libro en que se basa Jesse Andrews, Alfonso Gómez-Rejón apuesta por afrontar la enfermedad desde la sonrisa, desde la comedia cotidiana de un grupo de adolescentes a los que el director dota de humanidad y espontaneidad, ayudado por un trío protagonista destacable en sus interpretaciones. Rejón entiende sus inquietudes, sus miedos, y tiñe la película de un sentido del humor que no consigue enmascarar el trasfondo dramático de la historia, pero que sí logra hacerlo ameno y llevadero, más mundano y trivial que lo trascendental que nos empeñamos en convertirlo a base de pena y compasión impostadas. El cineasta y su guionista usan la misma fórmula de “50/50”, la de romper los tabiques del melodrama repleto de tópicos de otras hermanas cinematográficas similares utilizando la comedia como válvula de escape. Y en su desarrollo, es difícil no pensar en otros productos adolescentes como “Las ventajas de ser un marginado” o “(500) Days of Summer”, con la que nos ocupa guarda no pocas semejanzas en cuanto a estilo, contenido y forma. De hecho, quizá sean las comparaciones lo que peor le sienta a “Yo, él y Raquel”, la sensación de déjà vu constante que deja este relato de corte independiente, que es menos original de lo que ella misma cree y pretende ser. Pero si algo destaca en ella es su dirección. Gómez-Rejón ya ha dejado patente su buena mano para el montaje y la narración en la serie “American Horror Story”. Suyos son algunos de los mejores episodios de la creación de Ryan Murphy. E incluso su anterior trabajo, “The Town That Dreaded Sundown”, destacaba precisamente por su pericia tras la cámara. Sin su sentido del ritmo y su constante innovación narrativa, que puede remitir igualmente a la de los comienzos de Marc Webb, la película se resentiría y perdería bastantes puntos. Es más, es cuando hace acto de presencia la parte dramática y menos desenfadada de la historia, el momento en que el realizador abandona ese espíritu de creatividad que había exhibido durante la primera mitad de metraje, cuando el conjunto empieza a hacerse largo y a perder ritmo, para luego remontar en un acto final que deja claras sus intenciones. No es fácil adentrarse en ella, y puede dejar frío a más de uno. Sin embargo, no deja de ser una más que aceptable hipérbole de la amistad forzada con los días contados, de esa tendencia que nos lleva a juntarnos a determinadas personas, a las que no llegamos nunca a conocer del todo. Ay, amistad, condenada amistad.
NOTA: 6 sobre 10 Compartir Publicado por Gerardo Medina Pérez