Yo no busco la felicidad completa, simplemente intento disfrutar y apreciar los pequeños detalles de la vida, día a día, hora a hora, minuto a minuto, que me hagan sonreír y sentir que vale la pena seguir luchando y seguir viviendo.
Aunque la enfermedad, el malestar o el dolor me acaparen muchos momentos y etapas de mi vida, siempre hay un resquicio, un pequeño hueco, donde el recuerdo de los buenos momentos se cuela en mi mente para seguir dándome esas fuerzas que necesito para salir del bache.
A veces pienso que todo lo que he vivido ha sido un sueño, todo lo que he sufrido le ha sucedido a otra persona y todas las lágrimas que he derramado por dolor no han sido mías. Pero sí, todo lo que he pasado ha sido real, y todo el sufrimiento ha sido mío, y el dolor lo he sentido en mis propias carnes... pero mis ganas de disfrutar de la vida, de realizar mis sueños y conseguir mis objetivos me han servido para que, una vez superada la mala época, volvieran a mí esas ansias de encontrar otra vez "mi felicidad", mi pequeña felicidad, esa que se encuentra en un pequeño gesto, en una caricia, en un paseo, en una reunión con amigos, en un abrazo, en un libro que te hace suspirar o estremecer, en una película que te hace llorar de risa, en las caricias de los rayos del sol, en una agradable siesta, en sentir la arena de la playa bajo tus pies, en la música y el baile...
Mientras yo esté satisfecha conmigo misma y con mi vida, la felicidad se encontrará, básicamente, en mi interior. Y aunque tenga días malos y pequeños "bajones" que puedan alterar mi ritmo de vida, sé que son temporales y que, una vez pasado ese pequeño bache o socavón vuelvo a ser la misma persona alegre y luchadora.
Ana Hidalgo
