Soy, pues, el nuevo Jaime Peñafiel de la crónica arquitectónica. Ya me muerdo las patillas de las gafas y todo, y a todo el mundo le llamo Mariateresha, muy agresivo y cabreado. "¡No puede shé, Mariateresha! ¡Un prínshipe no she puede cashá con una prebeyya!
Entro a comprar el pan a la panadería de siempre, pero ahora llevo una de las patillas de las gafas en la boca, y le digo a Rubén, el panadero: "¡Esho shí que no, Mariateresha! ¡Qué atrozidá! ¡Y ponme una bien tohtadita!"
Comienza, pues, mi sección Crónica en rosa de la arquitectura. Y comienza hoy, día 17 de agosto, aniversario de la muerte de Mies van der Rohe, con una reseña sobre su extraña capacidad de ligoteo. (Podéis leerla aquí).
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¿Era Mies un seductor? ¿Era un sátiro? ¿Era un viejo verde?
Yo os lo cuento, y lo hago con el rigor que caracteriza a los periodistas del hígado, del páncreas y del fistro diodenarl: Inventándome lo que no sé y suponiendo siempre lo peor, con la mente más sucia posible.

(suponiendo que Mies conociera la obra de Bécquer)
Ay, Señor: Lo que he de hacer por dinero.
(Como seguro que con esta colaboración mía el blog de Cosas de Arquitectos va a subir como la espuma, mientras que este mío se va a quedar renqueando, os ruego que cliquéis el botón g+1 que veis aquí debajo. Tengo entendido que sirve para algo y que este blog acusará sus benéficos efectos. Yo, en todo caso, os lo agradeceré mucho).