Por Ángela Herrero
Ángela Herrero pertenece al Foro de Profesores
España tiene dos diferentes tipos de fuerzas. Una es la territorial, que lleva hacia su división, es periférica, está por la ruptura con las leyes y compuesta de nacionalismos varios. La otra es de unión, central, compuesta por quienes defienden las leyes y basada en ideologías. Ésta tiene dos tipos de vectores el progreso, izquierda/la conservación, derecha. La fuerza territorial tiene un solo vector, la disgregación, a escala española, y dos vectores desde hace pocos años a escala periférica, el del nacionalismo y el del constitucionalismo. La fuerza territorial tiene ganada la periferia, donde se gobierna en clave nacionalista y sus vectores son el fuerte eje nacionalista/el débil eje constitucionalista. Mientras la ideológica gana en el centro, y en algunas autonomías, donde la izquierda y la derecha se disputan el poder. Los gobiernos de las autonomías periféricas rotan en el eje nacionalismo, independentismo/constitucionalismo unión, mientras el gobierno central, y el de algunas autonomías, rotan sobre el eje izquierda/derecha.
De ambas fuerzas la que lleva desde hace cuarenta años demostrando mayor consistencia, sacando mejores ventajas, consiguiendo mayores logros y avances, es la periférica, donde el eje izquierda/derecha fue perdiendo fuerza. Allí los nacionalismos periféricos están boyantes, gobiernan en sus territorios sin apenas respuesta a imponer normas, leyes, decretos, regulaciones, en aras de conseguir mayor poder en su autonomía (no diga región que puede caer la del pulpo), camino del poder absoluto, para conseguir su estado nación. La fuerza ideológica nos trae en cada cambio de gobierno diferentes legislaciones educativas, laborales, de comercio, relaciones internacionales, que no siempre son positivas, ni se pueden hacer efectivas porque a veces ni hay tiempo. Pero hasta ahora siempre ha sido más fuerte, en número y potencia, la fuerza ideológica que la territorial.
¿Por qué siendo más fuerte la fuerza ideológica impone sus condiciones la fuerza territorial, o periférica? Es obvio que durante los últimos cuarenta años la derecha se ha apoyado en la periferia para poder gobernar, y la izquierda lo mismo. Como resultado tenemos que quien se lleva siempre el gato al agua es la periferia. Así cada vez son más las regiones que quieren ser periferia, empezaron Galicia, País Vasco y Cataluña, y ahora también Valencia, Baleares, Canarias, Asturias, Aragón o Teruel también existe... No sale a cuenta ser región centralista, a menos que seas Madrid, a la vista de los números resultantes en cuanto a progreso de una autonomía.
Las fuerzas ideológicas son tan irreconciliables entre sí que su oposición a las territoriales es más nominal que otra cosa. En cambio las fuerzas territoriales formadas por los nacionalismos periféricos son solidarios entre sí e irreconciliables con la unidad de España. Como cada una de las ideológicas se apoya en sus opuestas territoriales para gobernar, ellas mismas se van debilitando entre sus votantes de las comunidades periféricas al tener que renunciar a defender principios básicos, como los lingüísticos, debilitándose donde allí donde eran fuertes, consiguiendo que la relación de fuerzas fuera cambiando desde la ideología política a la territorial, o nacionalismo.
Lo que es lo mismo: teniendo en cuenta que los de las fuerzas ideológicas, izquierda/derecha, se enfrentan entre sí y contra los de la fuerza territorial, pero que se apoyan en la territorial para ganar el poder, es razonable y lógico que salvo determinados momentos sean las fuerzas territoriales las que vayan ganando terreno y las ideológicas las que pierdan y se vuelvan cada vez más débiles y dependientes del apoyo de la periferia territorial.
Recordemos que nació un partido político con el fin de parar la continua perdida de la fuerza ideológica en Cataluña y hacer posible que en determinados momentos su acuerdo con derechas o izquierdas dejara de ser siempre una cesión tras otra al nacionalismo. Pero cuando en menos de diez años tuvo el apoyo electoral suficiente para conseguirlo, prefirió no hacerlo. ¿A qué obedeció ese desmarque? Desmontaba el reparto del poder de las diferentes élites políticas, tanto ideológicas como territoriales, y conseguirlo no iba a ser posible, ni con la izquierda ni con la derecha, al menos en aquel momento.
¿Cómo influye todo lo dicho arriba en la educación, que era de lo que quería hablar? Pues en un cambio de legislación educativa con cada cambio de signo ideológico de gobierno, que solo sale adelantes apoyado por la fuerza territorial. ¿Y que conlleva tanto cambio legislativo? Nuevos planes de estudios, que significan entre los profesionales nuevas especulaciones de si va bien esto o no va bien, cómo se aplica, dudas que solo traen retrasos en la educación. No sé si es tanto que los planes sean malos, como que cada cambio de plan es un retraso en sí mismo, pues no da tiempo a ponerlo en práctica cuando ya llega otro nuevo. El caso es que nuestro sistema educativo hace aguas en toda España. Los resultados de nuestros niños y adolescentes en las pruebas internacionales dicen que tenemos un sistema educativo que tiende a la mediocridad.
Pero no hace aguas igual en todas las autonomías, en algunas, como Cataluña, tiende a hundirse en las profundidades del suspenso, en otras comunidades tienen unos resultados entre el aprobado raspado y el notable bajo. Para explicar cómo es que una comunidad autónoma rica, Cataluña, da unos resultados tan desastrosos en enseñanza, es donde entra en debate lo que carecen en el resto de las autonomías: la inmersión lingüística y el fuerte adoctrinamiento nacionalista, que subvierten como objetivo más importante la adquisición del sentimiento nacional por delante del conocimiento de los contenidos.
Con este panorama surgen cada vez más las voces, por lo menos en Cataluña, que piden una recentralización de la enseñanza, o sea devolver al gobierno central las competencias de enseñanza, como solución a todos los problemas.
Pero yo me pregunto cómo iba a cambiar la educación una vez recentralizada teniendo en cuenta las dos fuerzas que se dividen España, la territorial y la ideológica, ¿íbamos a tener una ley educativa que durara más que un cambio de gobierno, iban los nacionalistas a dejar que cambiara su sistema educativo que les permite sacar niños adoctrinados en su nación?, ¿iban los políticos de la fuerza ideológica a estar unidos alguna vez entre ellos para no tener que ceder siempre a las presiones que los nacionalistas establecen? ¿perciben que la fuerza ideológica pierden fuelle en las comunidades autónomas periféricas?
Poco a poco, despacito y buena letra. Vamos a pensarlo bien antes.