Revista Ciencia

Yo también me independizo…

Por Oncoangel

Yo también me independizo…

Tiempos convulsos. Tiempos de ruptura. Tiempos de independencia. Yo también me quiero independizar:

  • De dirigentes que buscan disimular sus miserias y podredumbres azuzando la comisión de  delitos que permitan esconder el hedor de su propio y despreciable  comportamiento, y que durante décadas ha estado engañando a los que ahora tan fácilmente manipulan. Ésos que confunden derechos con lo que no es más que egoísmo y defensa a ultranza de oscuros privilegios e intereses.
  • De los que han contribuido durante años a esta desgracia, por dejación o por abuso de sus funciones, buscando tan solo un espurio beneficio personal.  
  • De los que han renunciado a defender la convivencia y legalidad que garantice una sociedad de hombres libres e iguales.
  • De gobernantes timoratos y felones, que pretenden disfrazar su mediocridad tras una apariencia de calma inane que tan sólo refleja su cobardía y falta de aptitud para cumplir sus obligaciones. O, quizás peor, que mezquinamente deciden no atender sus compromisos porque sólo buscan la manera de perpetuarse en el cargo sin que el sufrimiento de sus conciudadanos les altere mínimamente el gesto.
  • De un Jefe del Estado apocado que, hieráticamente, se esconde en su castillo refugiándose en una apariencia de respeto escrupuloso que no traduce más que el profundo desprecio que siente hacia aquellos a los que dice enorgullecerse de representar. (Adendum: unos horas después de publicarse esta entrada, el Jefe del Estado ha comparecido ante los españoles para reiterar su compromiso firme en defensa de la ley y la convivencia pacífica. Justo es reconocerlo)
  • De los que se han dejado engañar y sojuzgar por políticos sin escrúpulos, sin ser conscientes de ello o, más triste aún, siéndolo, al tiempo que se enorgullecían de no pertenecer al bando de los marginados que no se dejaban aborregar. Aquellos que se han acostumbrado a vivir en el fango existente, sucios pero calientes y protegidos, humillados pero alimentados, sin que tengan ya intención, ¡ni ocurrencia siquiera!, de sacudirse la mugre que los envuelve y volver a ser hombres libres, con voz y pensamiento propio.
  • De todos esos medios de comunicación de masas vendidos al poder de turno por mor de las subvenciones que les garantizan el pan de cada día, y que manipulan y tergiversan la realidad con el único objetivo de agradar a quienes les  mantienen caliente el pesebre. A todos aquellos a los cuales la verdad les resulta un concepto difícil de aceptar cuando no se pliega las directrices de sus mantenedores. A esos que prefieren falsear la realidad y señalar a los diferentes con tal de recibir las dádivas del poder.
  • De todos los abominables seres que manipulan a diario la inocencia y libertad de los niños para inculcarles sus ideas de odio, que no son más que reflejos de sus taras e incapacidades, de su estulticia intelectual, de su fracaso como personas libres.
  • De todos aquellos que se posicionan, por cobardía o comodidad, en una lamentable equidistancia. De todos los que piensan que acción y reacción siempre se equiparan, sin considerar por un instante aspectos tan nimios, para ellos, como la legalidad o el respeto a las normas de convivencia que permiten vivir en sociedad.
  • De los que durante años han cerrado los ojos y los oídos a todo aquello que no era del agrado del poder dominante, que han callado ante la comisión de tropelías de creciente intensidad buscando siempre una justificación para las mismas que hiciera recaer la culpa, si la hubiera, siempre del lado más oprimido, y cuyo argumentario en cualquier discusión se simplifica unánimemente en el “tu no lo entiendes”.
  • De los que haciendo gala de una infatuada superioridad moral se permiten denunciar, ahora, un sufrimiento que han negado a todos aquellos sometidos durante décadas a los caprichos y veleidades de sus adláteres.
  • De los apóstoles del diálogo y de las buenas palabras, que sólo admiten un monólogo unidireccional y cuando se ciñe a su particular microvisión de la realidad.  
  • De esos mequetrefes que sólo ven en la desgracia, propia y ajena, la oportunidad para medrar en la pocilga que se ha convertido la política española.
  • De los mentecatos cerriles que protestan frente a la defensa de la ley para evitar significarse y destacar dentro de su  rebaño, pero que sin duda clamarán hasta desgañitarse por la ayuda de los mismos a quienes tanto desprecian cuando sean su propiedad, sus allegados o su propia persona los violentados y agredidos.

En definitiva, me declaro harto y me independizo de todos los miserables que que se empeñan en dividirnos, que utilizan cualquier sutil diferencia para separar y destruir antes que para crecer y construir, que pretenden trazar fronteras y divisiones tan solo para justificar su existencia.

A todos ellos, adiós.

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