Revista Salud y Bienestar

Yoga como terapia integrativa

Por Sramosa @sramosa

yoga ignacio delgado

El yoga es una disciplina muy saludable. Para analizar los beneficios de su práctica Ignacio F. Delgado, profesor de yoga, explicará en una serie de artículo en qué consisten esos efectos positivos que esta disciplina tiene sobre la salud.

Cuando oímos hablar de yoga, en muchos casos, se asocia a una de tantas actividades deportivas que puede ser beneficiosa para nuestra columna o espalda en general. En otros casos es vinculado a prácticas de tipo espiritual o religioso, con lo cual puede generar cierto rechazo. Si bien es cierto que cada vez son más los médicos y psicólogos que aconsejan a sus pacientes la practica de esta disciplina, no es menos cierto que, otro tanto de estos profesionales de la salud, por su falta de conocimiento, aconsejan la práctica de Pilates, Taichí, o Yoga, y aunque pueda parecer que guardan cierta relación, lo cierto es que, no la tienen

Cada una son prácticas o disciplinas, muy diferentes, tanto, en su ejecución, como en sus efectos.

Como profesional del yoga y de la salud, a lo largo de más de 30 años de experiencia empírica y de vínculo, en dichos sectores, puedo decir, sin intento de discriminación de las prácticas, o disciplinas citadas, que el yoga es una terapia completa e integrativa de los aspectos energético-vital, fisiológico-orgánico, emocional-psicológico, mental-intelectual y espiritual-psíquico.

El yoga es un instrumento natural, extraordinario, al alcance de cualquiera que se preste, económico y con excelentes resultados para la salud, la armonía, el bienestar y el logro de la felicidad. Una filosofía práctica que cuenta con más de 5000 años de antigüedad y digo practica, porque no está basada en conclusiones de tipo intelectual o cartesianas y sí científicas.

¿Cómo funciona el yoga como terapia integrativa?

Cuando las personas se acercan a nuestra consulta comprobamos que la mayoría de sus males están causados por una alteración de su sistema nervioso simpático, provocado por el modo en cómo se entiende y se vive la vida, o las circunstancias de cada cual, dado que las emociones intervienen en la regulación del sistema nervioso central y somático, el sistema endocrino y, por tanto, sobre el equilibrio homeostático del organismo.

El sistema nervioso simpático es una parte del sistema nervioso vegetativo cuya función básica es la de liberar ciertas sustancias químicas neurotransmisoras u hormonas, que nos mantengan en un estado de alerta.

Pero para que exista un equilibrio interno el sistema simpático y parasimpático, que es su contraparte, deben funcionar con cierta armonía y sincronización, cosa difícil, puesto que casi siempre vivimos forzados, a contra reloj, en un constante estado de tensión, sin apenas tiempo para el ocio y el disfrute.

El descanso es una necesidad biológica, vital, como lo es respirar, tomar agua, o comer. No podemos vivir sin dormir, al igual que sin respirar, pero ambos alimentos suelen ser pobres en nuestra dieta. Cuando dormimos las horas suficientes y las dormimos bien, al levantarnos lo hacemos renovados, nos sentimos vitales, optimistas. No solo hemos dejado los males en el lecho, también hemos depurado el organismo y la mente. Al dormir entramos en lo que se conoce estado theta, o delta y, tanto en uno como en otro, el cuerpo respira con tranquilidad, de modo natural, recibiendo un mayor aporte de oxigeno que nos permitirá continuar al día siguiente. El oxigeno es el nutriente más elemental de la vida orgánica y en el yoga tiene gran importancia, pues se dice: muéstrame como respiras y te diré como vives. 

Al dormir o descansar, a través de la sangre, el oxígeno llega, de modo óptimo, a todas las partes del cuerpo: músculos, tejidos, fascias, órganos, huesos.

Cuando descansamos es el sistema parasimpático el que se pone en acción y libera sustancias químicas que permiten el equilibrio y la recuperación, pero generalmente dedicamos al sueño 7 u 8 horas de nuestro día que, en muchas personas, se ven alteradas por pesadillas, o por un exceso de preocupación. El resto de las horas solemos estar en acción, en estado de alerta, sin dedicar tiempo al relax y, en muchos casos, el relax también está perturbado por los ruidos, humos, alcohol, etc. Esto supone que nuestro sistema simpático se ve forzado a trabajar más de la cuenta, a forzar la secreción de sustancias químicas específicas para mantenerse en tal estado, con la consecuente descompensación de la salud que posiblemente acabará en algún tipo de enfermedad nerviosa. Las estadísticas hablan por si solas del gran aumento en el consumo de antidepresivos en los últimos 20 años.

La práctica de esta disciplina conlleva un cierto control sobre la respiración, o prana, o energía vital y una autoconciencia corporal que nos muestra el modo de influir sobre las tensiones para obtener el máximo rendimiento con el mínimo gasto energético, pero además nos plantea aprender a percibirnos y percibir la vida con otros ojos, desde un punto de mira más positivo y constructivo, desde una referencia en la cual nos impliquemos en las cosas con una responsabilidad practica y saludable. Y es que, como ya he dicho, cuando estamos relajados, descansados, el mundo se percibe mejor, o al menos eso pretenden algunos medicamentos que provocan este estado natural del ser humano. 


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