Este “rinconcito” de cocina se ha ido convirtiendo poco a poco en algo muy importante para mí, que me ha ayudado a, no sé si superar, pero sí a llevar mejor, momentos de gran tristeza. Han sido, y todavía lo siguen siendo, unos meses muy duros. Los que me seguís, de forma más o menos frecuente, sabéis que hace poco más de un año que falleció mi madre y, hace escasamente un mes, lo hizo la madre de mi pareja, una persona increíble y la mejor suegra que podía haber tenido. Lo cierto es que el blog me ha servido de terapia y me ha permitido tener la mente ocupada en diferentes elaboraciones culinarias, y olvidarme, aunque fuera a ratos, de los malos momentos.Así que, a todos los que estáis ahí cada vez que publico una receta, dándome ánimos con vuestros comentarios, a los que me visitáis de vez en cuando, a esas personas anónimas y a los que venís y me leéis en silencio… ¡¡¡MUCHÍSIMAS GRACIAS!!!Así que he pensado que lo mejor para festejar esa cifra es subir una receta dulce. Un postre muy fácil, como me gustan a mí, de esos que lleva poco tiempo hacer y no requiere mucha infraestructura ni complicaciones.Se trata de una sobremesa muy fresquita, genial para los días de calorcito que espero que tengamos de aquí en adelante (aunque aquí en Galicia el tiempo es impredecible)Un postre lácteo muy rico, con un delicioso sabor a fresa, que a los niños, y no tan niños, les va a encantar (esto os lo puedo asegurar con conocimiento de causa) y que además tiene un colorcito precioso que invita a llevarse un buen bocado a los labios. Para hacerlos he necesitadoIngredientes:
- 500 ml de nata
- 500 ml de leche (yo le puse semidesnatada)
- 1 sobre de cuajada
- 140 gramos de azúcar
- 100 gramos de Nesquik de fresa
- azúcar (unas dos cucharadas soperas)
- colorante rojo líquido (3 gotitas)
Retiramos del fuego y vertemos en los recipientes donde los vayamos a servir. Yo suelo reutilizar unos recipientes de vidrio de unos conocidos yogures que podéis encontrar en cualquier supermercado.
Los dejamos enfriar a temperatura ambiente y después los metemos en el frigorífico. Es mejor hacerlos un día antes de su consumo, para que estén bien fresquitos y cuajados.
Con las cantidades que os he puesto más arriba me salieron 6 yogures bien colmados y otro mediado. Para decorarlos y darles una tonalidad algo más rosada, utilicé azúcar coloreado. Para ello dispuse el azúcar en un pequeño bol y le eché tres gotitas de colorante rojo. Con ayuda de un tenedor mezclé bien hasta obtener una tonalidad casi rosa fucsia. Aquí tenéis una foto de los yogures antes de echarles la fina capa de azúcar por encima
Con ayuda de una cucharilla de café, espolvoreé un poco de azúcar rosa sobre cada yogur. La decoración es totalmente opcional, podéis ponerle el azúcar o no. Están muy buenos de las dos formas. Si los coméis al día siguiente de hacerlos, el azúcar coloreado se habrá disuelto totalmente, quedando por encima una capa de color más rosado.¡No me diréis que no tienen un colorcillo precioso!.
¡¡Pues el sabor que tienen es increíble!!. En casa las dos peques se peleaban para comérselos, así que se acabaron en un periquete y, en breve, habrá que repetir.