1 El porvenir de las ciudades. Las ciudades serán los centros de diversión y de las distracciones, los centros de vida pública, los centros de la organización y decisión de los hechos de interés público. Las demás funciones (trabajo, producción) se automatizarán cada vez más y, en consecuencia, estarán menos ligadas a las grandes aglomeraciones. El "trabajador", como material prima, perderá su importancia y se convertirá en "espectador" o "cliente".
2 La nueva sociedad de las ciudades no debe estar influida por el urbanista. Las categorías o diferencias sociales en los distintos barrios deben ser espontáneas. Un excedente de alrededor del 10 por 100 (en viviendas) es suficiente para que los habitantes puedan escoger sus respectivos barrios de acuerdo con sus preferencias sociales.
3 Las grandes ciudades, en lugar de la industria, deberán incluir la agricultura. El campesino urbano es una necesidad social.
4 Las ciudades deben estar climatizadas. La climatización de las ciudades da lugar a una mayor libertad y una mayor eficacia en cuanto a su uso; las calles se convierten en centro de la vida pública.
5 Las construcciones, cuyo conjunto constituye la ciudad física, deben ser realizadas a la escala de la técnica moderna (los pueblos de hoy, por ejemplo, sobrepasan a menudo una longitud de varios kilómetros).
6 Una nueva ciudad "surgida del desierto", en general, no es factible. Las grandes ciudades provienen del desarrollo de pequeñas ciudades antiguas. Las ciudades nuevas deben ser el acrecentamiento de las ciudades existentes.
7 La técnica urbanística tridimensional -urbanismo especial- permite el agrupamiento de barrios tanto yuxtapuestos como superpuestos.
8 Las construcciones que forman las ciudades deben ser esqueletos que pueden llenarse a voluntad. La implementación de estos esqueletos dependerá de la iniciativa personal de cada habitante.
9 No conocemos el óptimum de amplitud de una ciudad. De todos modos, la experiencia nos enseña que las ciudades de menos de tres millones de habitantes no pasan de ser ciudades provincianas, y que las que sobrepasan ese límite se hacen inmensas. Por consiguiente, el límite empírico de tres millones de habitantes parece ser el óptimum de amplitud.
10 Previendo una tendencia a la afluencia hacia las ciudades, no es exagerado afirmar que estas albergarán al 80 u 85 por 100 de la humanidad en un futuro próximo, en lugar del 50 por 100 actual. La gran aglomeración, favorecidas por causas sociales (esparcimiento) y técnicas (climatización, transportes), aventajará a los otros tipos de conglomerados. No es demasiado exagerado imaginar a toda Francia contenida en 10 o 12 ciudades; China, en 200, y al mundo entero en 1.000 grandes ciudades".
Marchan Fiz, Simón, "La arquitectura del siglo XX" (Madrid: Alberto Corazón, 1974), 493-495.
Imagen: ©Yona Friedman
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