“The Shape Of Things To Come“. “Before There Were Pictures“. “Sleeptalking“. Se me empiezan a amontonar los motivos (y eso que me estoy refiriendo solo a novedades, no digamos ya si me meto en el tema de antiguos discos que jamás han sido editados en otro formato que no sea en LP) para meter un tocadiscos en casa, y es que pese a mis reticencias (de índole genuinamente económica), me encuentro cada vez con mayor frecuencia con artistas firmantes de discos excelsos que no conciben que su música sea planchada en otro soporte que no sea el vinílico. Vamos, que o pasas por el surco, o te conformas con escuchar esas canciones maravillosas en la correspondiente página de Bandcamp, Soundcloud o sitio parecido. Como método para apaciguar el ansia melómana, el apaño sirve, pero ¡ay! el ansia coleccionista, esa no hay streaming que la aplaque.
Los últimos en aguijonearme con el tema del vinyl-only son una pareja de ingleses llamados The Left Outsides, a quienes he descubierto a través de un tweet de los nunca suficientemente ensalzados The Clientele (a quienes por lo visto telonearon). Se edita en este 2015 un disco que por lo visto existe en formato digital desde 2013, algo que a día de hoy, y nos pongamos como nos pongamos, sigue siendo bastante parecido a no existir. Su título es “The Shape Of Things To Come” y es asombroso; así, sin paliativos. La delicada portada del álbum ya da idea de las mimbres con que están hechas esa canciones: inspiración pastoral, folk misterioso, y un toque ligeramente lisérgico por aquello de la (muy británica) conexión entre subconsiente y naturaleza. Como en un inabarcable juego de reflejos, las referencias se multiplican, y uno ya no sabe si lo de acá es Syd Barret reflejándose en el espejo de Nick Drake, o si lo de más allá es John Cale jugando a ser Pentangle. Sea como fuere, es uno de esos discos empapados de melancolía que parecen traer consigo las brumas de la campiña inglesa.
Los responsables de toda esta magia son Mark Nicholas (vocalista y guitarrista) y Alison Cotton (vocalistas y violista, uséase,intérprete de la viola). Inicialmente formaban parte de una banda llamada Eighteenth Day of May (vale, lo confieso, he aguantado la entrada hasta hoy sólo por la coincidencia, qué le voy a hacer si soy así de bobo), y desde 2009 andan publicando (el primero fue autoeditado, y este último, como digo, sólo había conocido publicación digital de la mano de unos tales Xemu Records), ya bajo el alias de The Left Outsides. Siempre en este mismo plan que comentaba más arriba: música que en las zonas más umbrías evoca conocimientos arcanos y profesiones olvidadas, y que cuando recibe los rayos del sol hace pensar en unos The Ladybug Transitor, de turismo en latitudes mucho más húmedas a las habituales. Situemos, por ejemplo, en el lado de la tradición a la hermosa “To Where Your Footsteps Led“, o esa “Deep Rivers Move In Silence; Shallow Brooks Are Noisy” que parece que llega a nosotros envuelta en aromas de perejil, salvia, romero y tomillo. De la vertiente soleada, destacaría sobre todo el pop psicodélico de “Unopened Lessons And Unanswered Calls’ (título chulísimo para uno de los temás más asequibles del disco; lo digo para aquellos a los que la cosa folk igual les tire un pelín menos, a priori), o la pieza que abre el disco -y que fue el sencillo de presentación del álbum- “The Third Light“.
Sobre “You Told Your Secrets To The Sea” no voy a decir demasiado, la verdad. Su tristísima melodía se me ha agarrado al pecho como una sanguijuela, y llevo unos días en los que ese desvalido “collecting stones from the coastline…” es mi único sustento: no necesito nada más. Pop milagroso que parece desvanecerse en cada escucha, nueva belleza antigua: a Trish Keenan seguro que le hubiera gustado.
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