Youtubers e influencers.

TU CULTURA ES TU MARCA de Tony Hsieh

Menos mal que hay generaciones que estudian y se forman para luego ser médicos, ingenieros, mecánicos, o cualquier otra profesión que ayuda a que este patio en el que nos ha tocado vivir sea más habitable. No me quiero imaginar a aquellos liderando pandemias, crisis económicas o problemas de la comunidad de propietarios. Son un mundo aparte que marca tendencia con su postureo y un vocabulario repetitivo que no supera los 100 vocablos.

La fatalidad ha querido que me hayan asignado un teléfono móvil que pasó por las manos de una compañera de trabajo influencer. Lo malo de estas cosas es que dejó la galería de imágenes llena -cuando escribo llena, es literal- de posturas y de poses que sacan los colores con solo verlos. Vamos, que hay fotos y comentarios en los lugares más inimaginables buscando siempre la excelencia a la ñoñez. Llama la atención la cantidad de vestuario y complementos de usar y tirar que exhibe en un intento de ser la más fashion. Y, sobre todo: el control que ejerce en otras influencers en cuanto a lo que hacen o dejan de hacer.

Menos mal que nuestra salud no depende de youtubers e influencers, quienes han encontrado una forma de ganarse la pasta gansa haciendo el paripé y creando unos lenguajes (que esa es otra) y unas imágenes divinas de la muerte. La cosa debe de molar porque a algunos les va de miedo yendo de zoquetes y divertidos; y además marcando ignorancia en todo menos en lo suyo; que en eso sí, son unos artistas mostrando un mundo feliz que se nos escapa al común de los mortales.

Han encontrado en internet un ecosistema en el que han convertido en virtud la estupidez; en donde esos personajes muestran comportamientos adolescentes creando millones de seguidores como si de una nueva religión se tratara. Se comportan como si hubiera dos mundos: el suyo y solo el suyo (en sicología evolutiva: etapa anal) y el de los pringados que tienen que coger la vida por el pecho porque llegan las facturas, las compras, las labores de la casa, los problemas laborales, la atención a los hijos, los colegios... En fin.